Ahí están, con sus pajaritas y sonrisas decorativas los dos amantes de que nada cambie en nuestra democracia, solo el papel de los dos, hoy tú arriba y yo en la oposición, mañana al revés, tu abajo y yo al poder. Lo mismo es, sutilezas aparte. Y es que hay políticos profesionales desde que tienen dientes de leche, y les da un poco igual los principios que defender, quizá porque no los tengan, sino el equipo al que defender; es un poco como las ligas estudiantiles de debate, en las que ahora te dicen que defiendan el sí a la guerra y mañana el No, el caso es la oratoria y el poder de convicción. Lo de la fiesta del cine es de coña, es la cultura que se dice a sí misma porque mola, tías buenas y tíos que aspiran también a serlo, estar buenos, proponiendo que lo que hacen nos da a los demás el placer de vivir viéndolos. Lo engañoso de este orgullo cinematográfico, al que se suman los políticos como si les procurase barniz y lustre para el gris innato que llevan consigo, es que viven de las ayudas públicas “únicamente”, que en cuanto éstas no están la cosa cae por el precipicio de la falta de solidaridad del público que no va ni a pagar la entrada suficiente para ganar la partida. Es un pequeño fraude. En Pedro Sanchez no es extraño porque, además de que él lo sea en sí mismo, su partido participa de esta movida con gusto desde el día de la Ceja, ¿recuerdan?; pero lo de Alberto Núñez Feijoo es de traca, un político que es el jefe del partido liberal conservador participando por un deseo de parecer más progre y socialdemócrata que el de enfrente. NO se explica muy bien este papel de un dirigente que está donde está porque el anterior en su puesto perdió la batalla popular interna frente a una líder mucho más exacta en la defensa de su ideología común; él fue el recurso del partido popular para que no “estoupara” el tinglado de Génova. Núñez Feijoo está tentando una situación que volverá a repetir en el tiempo la pelea con la verdadera líder, que llegará a aclarar donde está el PP, porque en su ambigüedad, que ¡ojo! no confundan con el carácter gallego, incluso en esta misma gala tragó que se convocase desde el escenario a la manifestación de sanidad en Madrid contra Ayuso, ¡manda carallo! Que no crea Feijoo que Ayudo es Borja, ni Pons, Gamarra o toda esta gente que él ha rescatado para la primera línea de los que aman al líder como a Dios. Vaya peligro.
Los dos políticos líderes de los más importantes partidos políticos de España en el fondo nos son tan distintos, con carácter distinto, eso sí, pero de la misma familia comercial para vendernos motos. Frente a ellos hoy crece esta figura que señalamos a continuación, un tipo que es alcalde de una ciudad tan importante como Toronto y que dimite por haber sido infiel a su esposa. Dignidad, vergüenza y seriedad como mínimo los diferencia. Uno dimite por ser infiel a su mujer, los otros no dimitirán en su vida por serlo a millones de seguidores, que no afiliados-empleados.