Hoy dio la noticia el Ministerio de Cultura de Ucrania, la triste y lamentable noticia de que soldados rusos le metieron unos tiros en la cabeza y en su propia casa al director de la Filarmónica de Jersón, Yuri Kerpatenko, porque no quiso tocar para las tropas ocupantes de este territorio. Ni en Fábrica de canallas uno se imagina el terror que imponen soldados al servicio de un tirano asesino, como en esa historia era Hitler y en esta guerra es Putin. Miserables armados que siembran de muerte innecesaria la población que sufre la muerte necesaria de cualquier conflicto armado. Pero una cosa es tener que matar para que no te maten y otra distinta matar porque no quiera alguien coger la batuta para dirigir una orquesta con música fúnebre. Ya lo decía el célebre Viktor Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido”, que malas y buenas personas se encuentran en cualquier bando, en su caso hablaba de los semitas delatores de su campo de concentración o como contrapartida algunos guardianes alemanes que mantenían en lo posible su humanidad con los judíos. En Jerson, hoy ha actuado algún soldado de lo peor que ha descargado su maldad sobre la cabeza de un prójimo ocupado que no quiso hacer música para el bando opresor. ¡Qué tristeza, Dios!
Miserables soldados asesinan al director de la Filarmónica que no quiso tocar para ellos
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