Galicia bate récords de turistas. En Santiago comienza una especie de turismofobia, porque sienten los vecinos que les han robado el carro mientras dormían, en cuánto despertaron sin tener donde tomar el cafelito el carro fue la propia ciudad. Tanto Xacobeo nos va a matar si los pisos turísticos dejan de estar disponibles para alquilar por estudiantes, funcionarios o propios del lugar. Pero es que en Vigo también dicen no haber tenido plazas disponibles de lo petado que ha estado con mucho marisquiño terraceo con Castrelos a tope en los conciertos de Caballero. Parece como que la gente quisiera olvidarse de la luz que nos apagará la vista en unos días, porque todo quisque no podrá encender más de una bombilla a la vez a cambio de no arruinarse; o que no ya haya guerra en Ucrania y el frío del invierno ya asome solo de pensarlo; no, nada detiene al crédito de consumo que nos proporciona el banco “para que nadie deje de disfrutar sus vacaciones”, y vamos, todos a viajar a ese lugar que no queremos y que estaría mejor sin nosotros (dixit S.L.). Todos los extremos se tocan, y así pasamos de no poder salir de casa en dos años por causa de una pandemia global a un síndrome Willy Fog que nos lleva de aquí p’ allá, como si nos quemara nuestro propio hogar en vacaciones. Ya veremos qué va a pasar dentro de unos días, ya toca septiembre, y a ver cómo mantendrán los precios los hosteleros acostumbrados a la altura de los de fuera, que pagan lo que les pongan delante de su boca y ganas. No habrá industria, la política agraria y el rural están quemados como cenizas de una incineración, pero conciertos y viajes a todo meter; después vendrán los Macrón advirtiéndonos del apagón del bienestar, pero mientras gobernaron se gastaron hasta el empeño total del que costará salir y sin infraestructuras para competir. Eso sí, el sí es sí, el no es no, la corbata y el falcon, los gastos de la desigual Montero, etc, etc, etc., nos compensarán anímicamente ¿verdad? ¡A buena hora venís, ¡imbéciles!, le dice el esqueleto del chiste de Perich a quienes van a socorrerlo.
Turismo hasta exagerar
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