Le montaron un follón por asistir a una fiesta donde ¡oh, Dios! bailó alegremente como el resto de los asistentes. Tuvo que hacerse por cuenta propia un test de drogas para callar muchas bocas, pues los gilipollas de turno, opositores sin gracia ni ideas, los cobardes aspirantes sempiternos al poder, establecieron un paralelismo entre risa y baile con droga y alcohol. No deben conocer a personas suficientes que no necesitan colocarse de ánimo para animar el ambiente. Y haberlas las hay aunque uno no sea como ellas, y muchas veces da gusto verlas así porque dan vitalidad a los demás. Esta primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, después de afrontar y enfrentar el problema de difamación ahora se enfrenta a una nueva polémica para los mismos tras difundirse este martes en las redes sociales una foto subida de tono de dos amigas suyas en Kesäranta, la residencia oficial de los jefes de Gobierno. La verdad es que hay que ser tontas o estar colgadas de las redes como para no ser discretas cuando están en casas oficiales, es un respeto que le deben a cualquiera de sus conciudadanos. Pero que conste que esto, lo de retratarse continuamente, ya resulta una práctica inconsciente de un mundo que nos está transformando poco a poco en otro tipo de ser humano donde la realidad virtual es nuevo órgano de nuestro cuerpo. Nos acompaña siempre este hábito de compartir cualquier cosilla que podemos hacer en el día en una clara demostración de lo solos que nos encontramos y lo necesitados que estamos de compañía, aunque esta venga a través de una pantalla. Pero criticando la foto compartida en TikTok en cuestión por hacerse en un recinto oficial, a mi el hecho de que aparezcan dos mujeres jóvenes besándose con el torso casi desnudo y ocultando sus pechos con un letrero donde pone “Finland”, no me parece mucho mas allá que una travesura, porque treinta y tantos tuvimos todos y cosas peores hicimos, al menos este menda, que valora mucho más su comportamiento político general y el particular en el conflicto de la guerra de Rusia contra Ucrania. Me gusta Sanna, que, por cierto, pidió perdón por el gesto feo que supuso esta escena de las amigas al hacerse desde la casa oficial, ni s y es que a esta mujer no se le caen anillos como bobadas por el suelo ni se le cae el valor para enfrentarse a Putin sin encomendarse a ningún adán protector.
A mi me gusta la primera ministra finlandesa
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