A su manera Fernando Franco informa de lo que la gente de Vigo muestra cierto interés. Atrás queda aquella redacción de Chapela donde coincidí con él, uno ya redactor, el, y el otro, aún estudiante, en practicas y sin mas tutor que sacar adelante la sustitución de vacaciones en cualquier sección. Me frustró un tanto la experiencia porque tuve que cubrir un suplemento del rallye Rías Baixas cuando de coches solo sabía conducir, y porque tuve que cubrir el Torneo Internacional de tenis del Club de Campo y cada día tenía que ir zumbando en mi “2 CV” azul cielo desde Canido hasta Chapela para pasar a máquina la información que llevaba de resultados y valoración del día. Por mucho que llevara descapotado el Citroén, ¡cómo molaba el cacharro!, sudaba por llegar a tiempo de cumplir, y es que he sido siempre un tipo responsable, por lo menos hasta que me comportaba irresponsablemente. Pues bien, aquí cabe decir que en momentos de mayor desasosiego, diría incluso temor por no estar a la altura de aquellos rugientes motores, encontré la mano profesional tendida del amigo Fernando Franco, y el afecto que un gesto humano despierta en el otro hace que siga y continúe el mismo. Hasta aquí llego para referirme con agradecimiento a sus palabras publicadas el pasado sábado en su sección MiraVigo porque están bañadas de simpatía por un lado y de reconocimiento al talento del artista Mon, que tanta fibra íntima me toca. Fue con ocasión de ese gran mural que hizo en Cambre y quedó ganador en el mes de julio a nivel mundial de la plataforma más importante de arte urbano que existe y que sigue puntualmente lo que pasa en el arte del grafitti en todo el mundo. Reconocimiento recogido en radios y televisiones nacionales y autonómicas -no curiosamente en las locales- y en numerosos periódicos, también de ámbito gallego y nacional, a excepción -curiosamente también- del periódico más local de todos, pero asegún quien sea local para ellos. Pero es que ni siquiera se cortan al reivindicar la cultura cuando no la ven delante de sus ojos. Y lo mejor de todo es el reconocimiento de cantidad de personas que me han dado la enhorabuena por el talento y buen hacer de mi hijo Mon, y que me hace verdaderamente feliz. Por última curiosidad decir que ahora soy el padre de Mon el artista y antes fui el hijo de…, de mi querido padre que tenía más personalidad y carácter que los cinco hijos juntos. Estar en el medio de dos personas íntimas, generacionalmente hablando, me llena de orgullo y gran satisfacción, lejos de ningún síndrome de matar a nadie. Dos craks en mi vida, y qué suerte la mía.
Un ejemplo de información
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