Desde mi punto de vista, una vergüenza. Que los ingresos públicos totales de los partidos más representativos, que ofrecen los cuadros arriba adjuntos, sumen un total de casi 103 millones de euros es un escándalo. Simplemente es una ventaja de tal magnitud respecto a cualquier otra formación que quiera jugar a política en democracia que tendrían que mirárselo de una vez por todas. Pero sinceramente lo creo, no miran más que sus ombligos e intereses particulares, donde perpetuarse en un sistema que los retroalimenta. Frente a estos casi 103 millones los que ingresan los mismos partidos políticos por cuotas de sus afiliados es la suma total de 22 millones, casi la quinta parte. O sea que la cultura sempiterna de la subvención pública comienza y termina por los mismos políticos que se la asignan. Juez y parte, menuda cara que le echan al tema.
De la somera pero saltarina visión de estos datos es curioso comprobar como por cuotas de afiliados el partido Vox supera en ingresos a los del PP, cuando en el ingreso público este último triplica al primero. Destacado por goleada va el PSOE en todos los ingresos pero es chocante en los privados que recaudan ellos solos tanto como el resto. De afiliados no se dice nada pero mejor, porque ya sabemos lo que pasó en aquel congreso nacional del PP donde salió Casado, que de tropecientos mil aficionados que constaban la cosa bajó a mínimos porque ni dios pagaba cuota. Hágase la luz de la financiación de los partidos y demás entes que viven del erario público desde hace un montón de años, tantos que la pila debe desmoronarse.
Al menos, de momento, el gobierno no considera esta información de Transparencia como secreto de Estado porque, entonces, ya meternos la mano en la cartera y además nos toque los cataplines será un acto vulgar por reiterado. Me encantaría leer algún artículo de Antonio Fernández, Alfonso Mato, Lázaro Isadán, O Velho do Restelo, Christian Sanz u otro que no tenga pelos en la lengua, en el que comentaran este deporte financiero.