Cada fin de semana, a primera hora de la mañana salimos a caminar por la senda de las ninfas o riberas del Miño a su paso por la ciudad. No hay que coger el coche para pasear al lado del río en un trayecto de 14 kilómetros si se hace todo el circuito, o diez si te conformas con el de dar la vuelta a Outariz y regresar a casa para un baño confortabílisimo. No hay placeres mucho mayores que este, al alcance de cualquiera, puesto que nadie cobra un euro por pisar tierra entre naturaleza pura y dura. Por ello choca la poca gente con la que te cruzas a esa hora de la mañana. Acaso ves los pescadores que no sé si pescarán algo pero disfrutan con sus cañas como niños con una pelota. Resulta curioso observar que aquí, en este grupo de afición dedicada a la pesca, mayoritariamente el sexo que se ve es el de varón, no encontrándose una mujer en esta actividad ni a tiros. ¿Por qué? ¡Coño, porque serán aficiones hechas desde hace años! Bueno, a mi me preocupa esto muy poco como no me preocupa que en las perfumerías esté presente el sexo femenino por encima del masculino, o que ellas tengan tetas y nosotros pito, no me importan las diferencias porque son naturales y además, en gran parte, atractivas para el que las observa en el otro. Me desvié un poco, pero no importa, las digresiones son cojonudas, dan una sensación de libertad para el que las hace que vuelve a ellas continuamente. El paseo, magnífico, con una temperatura agradable y sin lluvia, con un amigo a la vera con quien charlar y el cielo azul. ¿Alguien da más? pues que le aproveche, esto es la leche.
- Sección: Noticias
- Publicado el 27 marzo 2022
- Por Moncho
El lujo de vivir la naturaleza
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