Claro que puedo estar algo influenciado por las tesis de Byung-Chul que estoy leyendo en su último libro No Cosas, que crítica los mayores vicios de la sociedad conectada, desde la dependencia de las redes sociales al atracón de series. Pero sí es verdad que lo pienso y he pensado, y si no fuera porque los medios de comunicación también cuentan lo que les interesa solo dependiendo del negocio, dejaría de usar facebook ya, pero como no hay forma de llegar a los amigos para informarles de las cosas que montamos en elcercano, pues me aguanto y me toca muchas veces las pelotas. Como a Penélope, pero ella se puede permitir llevar a exclusivos colegios de pago donde a los menores de dieciséis años no les dejan tocar una tableta, y no de chocolate, ni siquiera usan smartphone. Penélope en esto es igual que los de Sillicon, magnates que nos dieron precisamente el chocolate del oro para hacer mucho oro ellos y que nosotros nos indigestemos con tanto chocolate como información en redes. El cinismo de toda esta gente que vende una imagen contraria a la vida que llevan, que les importa un carajo lo que a los demás les pase mientras ellos huyen a su esfera privada, es tan horripilante como su progresía que va a hacer bueno el título de otro libro que me traigo entre manos estos días y que me parece interesante y se titula ¿La rebeldía se volvió de derechas?, porque si las izquierdas funcionan como privilegiados capitalistas donde el dinero, según ellos, no impide su ideología del mejor reparto de riqueza, pues que el flanco rebelde contra ello se lo dejan a huevo a las derechas. Pues Penélope ya puede cuidar muy mucho de sus peques porque cuando estos crezcan serán como Sidharta saliendo de Palacio, lo contrario que quería su padre, pues la vida se conjuga mejor con el NOSOTROS que no con yo, y yo, y yo.
Yo también desconfío de que sean tan positivas las redes sociales, Penélope.
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