Leo hoy que la pandemia ha hecho que el Camino de Santiago no alcanzase el número de peregrinos que se esperaba. Y la que nos queda, a la vista de cómo sigue atacando la pandemia. Ya algunos, prudentes y sesudos en todo orden de la vida, comienzan a sospechar algún atisbo de conspiración, aún sin saberla explicar. Porque ya son tantas las veces que nos suben y nos bajan de la noria, que el que no esté mareado tire la primera piedra. Bueno, tal vez no lo estén los que se están forrando gracias a ella, o los políticos que han hecho casta donde el sueldo y privilegio blindado a pesar de los pesares que tocan. El principal, y que ahora ha hecho saltar las alarmas y todo el mundo puesto a hablar, los suicidios que se disparan. ¡Coño!, pero si es natural que a los débiles de espíritu, agnósticos de la fe, que se vean apartados no sólo por causa de la cepa nueva sino amén por la circunstancia económica y social que les afecta más, pues que para aguantar en la tierra de esta manera hay que tener mucha templanza y resiliencia, que hoy no hay. Seguimos peleándonos sin cuartel por el límite de la frontera, por decir moito o mucho, bailar la sardana o la jota aragonesa, seguimos con las televisiones al servicio de la idiotez, los periódicos a la sopa boba, quiero decir a hacer el caldo al partido político o administración pública que le suelte la panoja. Pero, insisto, ¡que coño esperar de la vida con un paisaje igual! NI hay peregrinos ni hay empatía, ni siquiera por parte de jubilados que hoy son muchos de ellos privilegiados de una vida donde deja a muchos fuera de recibir una paga; y no me digan que para eso trabajaron toda su vida, y allá nos quiten ahora las pajas que nos incomodan, pues no nos damos cuenta de que hasta eso fue una suerte, tener trabajo y no saber lo que es buscarse la vida laboral sin espacios donde cobijarnos. En fin, la cosa está jodida, y mientras lo escribo, sale el presidente que se gusta a sí mismo más que D. Narciso a contarnos que sí, que ahora la pandemia está en auge, y eso después de ser anunciada la cepa sudáfricana desde hace semanas como la más contagiosa que hayamos conocido como para superarla con ningún falcon. Con tipos así representándonos como hoy nos representan, no nos queda más que caminar descalzos para hacer la ruta de superación que nos saque de este túnel, y orar de esta forma como nos cuenta Pablo d’Ors en la Biografía de la luz.
La pandemia nos aisla
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