Las ganas de deserción, a dios gracias, duran solo un momento, ese que uno pasa leyendo la negativa, una vez más, de que un bien social se asiente en nuestra ciudad cuando, además, no nos cuesta ni un duro por ser regalo de la Fundación de Amancio Ortega. Dura ese impulso solo ese momento de indignación y rabia, porque al momento le sale a uno pelear y decirle a cada uno de los que solo miran para su interés absurdo, que no es de la ciudad sino atiende a razones de tipo partidista político de lo más mendaz, que son unos impresentables y que por mucho que se escondan detrás de las siglas de “si, bwana” la identidad personal para el prestigio individual queda retratada para las demás personas que no comemos de su mismo plato, el político.
Me asquea fundamentalmente la posición de estas dos mujeres que fueron a la política de la mano de Jácome y que lo traicionaron en una operación inexplicable y que desde mi punto de vista dañó al conjunto de la política local, porque, simplemente, cuando uno no tiene más mérito para ocupar un cargo que el atribuible a una relación con el líder que los coloca en el mismo y choca, por la razón que sea, con esa persona, lo único respetable es coger la maleta e irse. Pero no, se quedan, y además se quedan para fastidiar una operación como ésta del Geriátrico gratuito que es un bien para Ourense, y parece mentira que tenga que repetirlo, un bien, un bien, un bien, por anteponer su particular emoción con el máximo representante al bien común.
En Ourense es difícil que salgamos adelante debido a los ourensanos. Preferimos el solar abandonado que crear riqueza, eso sí, todos a la calle reclamando un S.O.S. para salvar la cultura, pero ¿qué cultura?, porque la que no distingue el bien del mal poco cultura es, desde luego.