La caída de Facebook a nivel mundial coincidió con la delicada denuncia en su contra. Denuncia de una exempleada que declara que facebook sabía del sufrimiento de los niños y adolescentes que son acosados a través de Instagram: “Lo último antes de acostarse eran las palabras de alguien que era malo con ellos”. Algo que no es nuevo, porque hace ya un montón de años “tristes” que lo había denunciado uno de sus creadores, porque sabían los efectos nocivos que representaban para la sociedad pero pese a ello renunciaron a impedirlos por el favor del dinero. Y es que la avaricia, codicia y ambición sin freno, ya se consideraban pecado antes de que naciéramos. Todos estos imbéciles que están convencidos de que la felicidad reside en el vil metal, y que por supuesto uno no menosprecia como moneda de cambio para poder vivir con cierto bienestar, son verdaderos imbéciles por no saber que el destino final de cada uno de los mortales es el hoyo y ahí poco importa tener pirámide o que vuelen las cenizas hasta diluirse en el entorno.
Ya hace tiempo el maestro Pinillos reflexionaba en su libro “El cerebro humano”, que el problema del avance científico y tecnológico es la brecha de las paralelas que mantenía hasta un tiempo atrás con el progreso moral y ético, abriéndose cada día más la distancia en esa divergencia. Pues que Facebook siga haciendo el mal lo que quiera y que llegue pronto un Batman, nuestra única esperanza, para derrotar a la ciudad Gothan que se ha hecho mundial.