Bueno, pues ya está aclarado, no hubo banda en este caso que en principio se denunció como ataque homófobo. La verdad salió en el interrogatorio al denunciante que se derrumbó hasta confesar la verdad y confirmar así que todo había sido un invento y que las lesiones se la había hecho su pareja y de forma consentida.
Esos glúteos grafiiti con la palabra maricón en el que el espray se sustituyó por navaja sadomasoquista quedarán marcados también por la manipulación de un odio al contrincante ideológico que no espera a la verdad para disparar con saña hasta la destrucción del oponente.
Sin duda, el odio es santo y seña de mucha peña que no ama ni siquiera lo que vende, porque, en el fondo, atacan de odio a los demás sin mirarse en el espejo y advertir su cara de odio. Pues bien, esto es lo primero que deberíamos asear, y todos, excepto los hijos de puta que violentan al prójimo, ya sea con la violación a mujeres o niños, hombres de condición sexual homosexual, cualquiera que lleve un sentimiento legítimo de suyo por su condición humana y por mucho rara avis que nos parezca, todos a una, la sociedad entera debería perseguir al acosador y violento ciudadano que acaba con la libertad de cualquiera. Me importa un cojón que sea hombre o mujer, mujeriego y lesbiana, maricón o transexual; me importa el otro cojón si es de aquí o es de allá, si está arriba o abajo, lo que me importa es que ni dios se meta con el otro por la simple razón de su propio carácter violento y odioso. Al que no nos deja vivir en paz, nos mete miedo o la mano en la bolsa o nos golpea porque lleva un camino de imbécil abusón, a éste -solo o en pandilla- hay que darles caña con los medios que un Estado democrático tiene a su servicio y que debe utilizar con rigor y contundencia, sin ningún tipo de complejo, para reprimir que estas conductas se extiendan.
Y dejarse de demagogias los que tienen montado un negocio cojonudo en base a la defensa de colectivos que debilitan ellos mismos. Demasiada hipocresía que algún día asomará como la verdad de este chico que inventó un delito de odio que hicieron suyo los políticos y mediáticos medios más estúpidos.