Verdadero agobio para algunos el que produce esta moda que hace sentir a legión de nuevos reclutados para la presunta causa de sentir cierta libertad en contacto con la naturaleza, aunque para ello tengan que coger un armatroste con ruedas y liarse la manta a la cabeza para poder pernotar en ese cacho de casa que a todos nos hacía ilusión vivirla cuando teníamos doce años porque a esa edad se aguanta todo, hasta las ganas de mear si no puedes salir de la tienda porque ronda un oso. Pero bueno, para gustos hay colores, y ya vemos que este color del campismo de autocaravana atrajo a un montón de fieles por mor de la pandemia, y está muy bien que cada cual combata el mal con lo que puede hacerle bien. Pero de ahí a invadir, como lo están haciendo, todos los lugares turísticos que están sin regular, principalmente porque los alcaldes son auténticos zoquetes que no se enteran de nada más que hacer fiestas y estrechar manos con sonrisas a los vecinos que le puedan volver a votar. y porque no votan la mayor parte de los que tienen casa en el lugar pero no están censados porque viven en otra ciudad, por ejemplo. Pero claro que no es justo que se hagan con la primera línea de playa, como pasa en Playa América, donde ni distancias que valgan, ni quitar al resto del mundo la vista sobre la puesta de sol magnífica que atrae a cantidad de diletantes de su luz, ni contribuir al mantenimiento de servicios que el resto que también pernota allí sí hace a través de los impuestos, nada, aquí lo justo es que cada día la cortina de autocaravanas se extiende cada día más porque nadie lo impide, empezando a verse una segunda línea para expulsar de apreciar esta misma naturaleza a los demás. ¿Pero no quieren libertad? ¿No quieren descubrir parajes que no cuentan con alojamientos para poder quedarse disrutando de ellos casi en exclusiva? Pues que no vayan, precisamente, a los lugares más turísticos y urbanizados y se tiren al monte o a la playa verdaderamente desierta o semi. Es lo natural. ¿O no? A ver si la naturaleza solo gusta si es en compañía del prójimo que también camina por sentimiento parecido, pero para eso siempre existieron los campings, donde tantos disfutan de esa compañía que pronto se establece entre sus acampados. A mi me parece una mala moda todo aquello que resulta invasivo, porque ahoga lo que invade. Y me aburre cada día más observar tanta casa de ruedas reunida en el mismo lugar porque no es eso, no es eso… Los amigos personales que tengo y son usuarios propietarios de estas autocaravanas que no lo tomen a mal porque no es cuestión personal sino colectiva y de empatía con aquellos del lugar que se sienten en parte invadidos.
El agobio de las autocaravanas
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