Incontestable victoria de Isabel Ayuso rozando el 45% de los votos en Madrid, con la ayuda inestimable del alcalde Almeyda que cae bien y tiene recursos amplios para batirse con cualquiera en este mundo tan particular de la política, donde pasas de emperador a esclavo e inversamente en menos que canta un gallo o que pasa un mandato. Así Iglesias hoy lo ejemplifica dejando la política tras cinco años escasos, pues su derrota es clamorosa en cuanto al papel de líder de la izquierda más extrema. O como el partido Ciudadanos, a quienes tantos apoyamos en su venida a la escena política española con una propuesta fresca que se escapaba de la red tradicional de modos y vicios que arrostramos desde hace ya décadas, pero que se perdió en los vericuetos de poder sin darse cuenta de que la noria cuando gira demasiadas veces, también marea. Y el más derrotado, el de la Moncloa que tiene aires de Zarzuela, que echa a los caballos a cualquiera como un venido a menos profesor que no supo oponerse a su manipulación; el cisma que se avecina, alucina, pues ya andan moviendo la silla al amigo estratega del jefe, que hoy es un poco menos jefe de lo que era ayer.
Ahora también se postula algo, leí un artículo en El País (hay que luchar contra el sesgo de confirmación) de Natalia Junqueras al respecto, que trata de cual va a ser la elección de Casado y Teo, el dúo metepuntas del PP, sobre la estrategia venidera, que si acercarse a la postura de Ayuso en su trato respetuoso con Vox, o si seguir el ejemplo de Núñez Feijóo de menosprecio a esta formación sin implantación na nosa terra. ¿Cuá elegirá?, pues esa es otra buena cuestión.
erecha.