O al menos a mí eso me parece. Como nadie vive en el que no sea pez o alga marina, no lo podemos saber con certeza, a no ser que Neptuno se muestre de una vez y nos diga si ha tenido algún síntoma de coronavirus. Tiras la mirada desde un monte y bajas como en una tirolina con la vista entre olas que rompen allá lejos en la costa de enfrente, sin sentir el miedo o angustia y ansiedad de un paseo normal entre semejantes que nos cruzamos embozados por las mascarillas como si fuéramos a mordernos continua y mutuamente. Hay quien tiene aquí mismo ventanales para observar lo que yo admiro unos momentos de paso, pero alguno, como Buji, sin acabar aún ahora desde el 2004 este privilegiado observatorio, lo que quiere decir que no todo el que tiene siente, al igual que no todo el que siente tiene. Yo sí sentí hoy la sensación de dominio de una parte de territorio y mar que parecía ser solo de uno al mismo tiempo que de todos. Menos mal que no soy meditador ni tampoco me coloco con drogas, porque pudiera parecer que alucino un poco con el paisaje que la máquina de fotos del dispositivo telefónico trata de mostrar pero queda demasiado lejos de la realidad. Gracias, también a Martha Argerich y su interpretación de Polonesa Heroica de Chopin, se siente que hay algo, más allá de las certezas que nos dan los hábitos y el asfalto de la ciudad, que tiene que ver con el misterio de la vida y los sentidos. Como sé que no me explico bien, amén de que lo inefable no tiene palabras para explicar lo que por ello se llama inefable, comprendo que usted, si ha leído algo de lo dicho, no se haya enterado de nada pero al menos juntaletras es como juntaescenas y juntar sueños para continuar este viaje vital. Todo esto, para subir una foto ¡manda carajo!
- Sección: Noticias
- Publicado el 20 marzo 2021
- Por Moncho
El mar no tiene virus
Comparte esta noticia:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Imprimir