La verdad es que Vigo se mueve, y no hablo de ninguna movida musical sino de las obras que están a la vista de cualquiera. Vialia, un pedazo de proyecto que, con sus mas y sus menos, están cambiando el entorno de la Estación Intermodal, que aquí se nota verdaderamente. Posterior proyecto de Maine al de Foster en Ourense, pero aquí, dentro de nada, rematándose y en Ourense parking y poco más. Después bajas por al estación hacia García Barbón y aprecias el desmantelamiento de la carretera que enlazaba con la autopista, me imagino que para bien pues de momento el enlace ya no es; seguro que lo que sea será para aprovechar este espacio mejor. Después coges García Barbón y hasta la Puerta del Sol y más obras, allí un túnel para el tráfico que permitirá hacer una gran plaza peatonal que una el casco viejo con Príncipe sin esperar a que se ponga verde ningún semáforo pues ya no habrá. Son las obras que vi hoy; bueno, además de la intervención de la Gran Vía, que a mi no me gusta, salvando, claro está, la rampa que te desliza pendiente arriba que es sumamente cómoda; pero se pudo cubrir solo con un simple techo de cristal, sin colorines horteras y con un jardín forzado para hacer olvidar los árboles anteriores; seguro que están diseñadas por algún máquina moderno con un sentido de la belleza que no alcanzo a sentir, pero me producen claustrofobia, lo siento. Ya bastante tenemos con las mascarillas para que haya que reducir más el aire libre. Pero, reconozcámoslo con franqueza, Vigo se mueve, y presiento que positivamente. Un desastre las aglomeraciones en la playa, las pandillas vuelven por sus fueros y las familias unidas con niños pequeños jamás serán vencidas, de tal manera que da miedo, menos mal que a las seis alivian la cosa cerrando la hostelería porque, de lo contrario, no te cuento: me imagino que no habría fiestas clandestinas porque todo sería una fiesta, sin nadie que vigile.