Muy mala noticia para la marca y para Ourense, porque la sangría no se detiene al no parar la pandemia. Lo siento especialmente por Adolfo, quien a sus setenta años y después de haber escrito la excepcional novela de Juan Griego (la segunda, claro) debería estar disfrutando del placer de leer y escribir con la tranquilidad del jubilado, sobre todo cuando se llega a la jubilación tras una vida laboral completa.
Pero la vida muchas veces nos hace la mala jugada de darnos palo cuando ya nos disponemos a comer la zanahoria, cual si la vida nos pudiera dar algún día esa felicidad soñada y nunca alcanzada.
“La crisis del coronavirus sigue siendo determinante día a día, y más para aquellas empresas que contamos con un importante componente social y con una actividad marcada por la evolución del consumo. Ante las restricciones al comercio y la movilidad, estamos tomando todas las medidas necesarias para garantizar la liquidez y la solvencia de nuestra compañía hasta que las condiciones del negocio puedan restablecerse”, explica en la nota que acompaña a los resultados Antonio Puente, director general de Adolfo Domínguez. La empresa afirma que las medidas de apoyo puestas en marcha por el Gobierno para ayudar a las empresas (ERTE y créditos avalados por el ICO) “no son suficientes para paliar el desplome de ingresos y beneficios a causa de las restricciones al negocio (cierres de tiendas, limitación de horarios, aforos, menor movilidad de clientes…) o la imposibilidad de renegociar los precios de los alquileres de locales”.
Seguiremos atentos la evolución de la empresa porque de Adolfo conocemos su tesón y rebeldía al fracaso, no tanto sabemos de las hijas.