Con muy poco tiempo, casi inmediatamente a la hora convocada, llegó por wassap un recadito para tocarle las narices a las Eléctricas: a apagar las luces en casa a partir de las siete de la tarde y durante veinte minutos. Porque si fuera masivo el apagón, sus dineros les costaría o, mejor dicho, dejarían de trincar una buena cantidad de pasta. Y es que algo hay que actuar, porque la protesta no es patrimonio de la izquierda sino de la justicia y la verdad. No hay derecho a que un servicio básico como resulta el alumbrar la vida o conectarse al calor, o simplemente cargar los móviles en tiempos donde mucha gente ya no tiene fijo; sobre todo es inmoral en plena ola de frío como no se recuerda, en que radiadores eléctricos, estufas o calentadores por aire no se pueden apagar en todo el día, es inmoral, decía, que el precio de la electricidad se suba por las nubes, como si estuviéramos en épocas de vacas gordas cuando hoy solo las vemos flacas más que flacas. Que además de estas empresas sin alma y con mucho enchufado, no sean capaces los politiquillos que nos gobiernan ni siquiera de bajar el IVA que nos imputan a lo necesario y básico.
Pues si esto sigue, con gusto volveré a encender unas velas y a poco que dure la crisis mucho tiempo, quizá comience a darme esos veinte minutos de desconexión para reflexionar a ciegas e incluso rezar. Desde luego no es otro el que nos puede ayudar, solo Dios nos podrá sacar de este hoyo donde cada día nos hunden un poco más.
Mas UME y menos ASESORES