Llega la mala noticia y todo el mundo a echar mierda hacia el otro para eludir su culpa. El PP, la culpa es del alcalde actural, el PSOE, es del PP, para D.O. de los anteriores, el Bloque de todos menos yo, y los placeros con el presidente perenne de los políticos de Ourense. Por supuesto, los medios de comunicación, bueno los medios no informan sino disparan, y ya hay demasiado muerto en este tema para recoger su opinión. La plaza de abastos lleva años deshojando la margarita, ahora sí, ahora no, que si los placeros quieren decidir sobre el proyecto, que si los que no son placeros quieren hacer pagar a los placeros arrendamientos consecuentes a lo que vale el puesto, que si el proyecto me gusta, no me gusta, y el tiempo que pasa sin acometer y que ahora se paga en forma de pérdida de subvención por no llegar a tiempo a su fecha. Que si okupas por aquí, que si desalojarlos con un tiempo de espera por allá, que si la empresa a correr, o desmontar teja a teja, todo un puzle de propósitos y despropósitos y la Plaza sin hacer. Pero ya está ahí, aunque va a ser más cara para la Administración local, y ya veremos como repercute en acondicionar el rianxo. Pero éramos pocos y parió la abuela, o el abuelo Milucho, presidente de los placeros por la gracia de sus ¿cuántos? puestos que le blindan mayoría para ser más duradero que una pila duracel, expresando su opinión “Estamos gobernados por unos políticos de cualquier orden incapaces. Partimos de la base de quién lo licitó, de la incapacidad de quien lo cogió, de la incapacidad de algunos técnicos que no estuvieron a la altura por no controlar fechas y también por la incapacidad de la empresa que está haciendo la reforma que se pasó un mes quitando tejas de la Plaza una por una. Esto es por la incapacidad de todos. Si se pierden los 600.000 euros es mejor que se vayan todos para casa”. Sólo le faltó añadir la incapacidad de los placeros por comprender el proyecto en 2015, la incapacidad por comprender que el gasto para la ciudad debe repercutirse en el valor de los puestos, en fin, de su propia incapacidad para ser el interlocutor que a todos los incapaces que cita él poderlos convencer y animar a dejar de ser todos incapaces.
La plaza de la discordia
Comparte esta noticia:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Imprimir