Desde hace un año estamos ayudando a una querida señora de ochenta y nueve años que vive sola, en silla de ruedas y con una pensión mínima, a tramitar una Ayuda en Domicilio más completa que la que tiene, una hora diaria pero que no cubre fines de semana ni festivos. El Concello nos remitió a la Xunta donde le tramiten la gran incapacidad que tiene y así poder el Ayuntamiento concederle esta gracia que es derecho en cualquier sociedad democrática que se precie.
Pues bien, hoy fui a buscar un certificado a su banco, que informe de su titularidad en la cuenta según lo que han pedido en el Concello para activar su expediente, al menos antes de que muera. La sorpresa fue que al sacar el papel de la impresora, un simple papel que se imprime en el acto, me informan el coste correspondiente, que no uno, dos o tres euros, que ya no proceden, sino la friolera de once euros por el puto papel, sí, puto papel, porque está prostituido hasta las gónadas de Abanca.
Simplemente no hay derecho. Mi amiga con once euros come dos días, por lo menos, y se los han quitado de la boca como arpías.
Queda dicho, no tenían derecho, ya se pueden meter Fundaciones por el culo mientras roben al que menos tiene.