Esto es como un misterio, o un ser o no ser hamletiano, pues no hay manera que sepamos quiénes dicen que están detrás del asesoramiento al Gobierno de España en el asunto más importante que aconteció en el país desde, diría yo, la guerra civil. Ni siquiera sabemos a día de hoy cuántos muertos llevamos en la pechera de la puñetera pandemia, porque aquí también los criterios confusos mezclan números de víctimas según quien haga la cuenta. La falta de credibilidad política que se acumula en nuestra democracia es de ¡apaga y vámonos!, pero no podemos dejarles a ellos, precisamente los chupócteros de la vida, el campo libre para que por turnos nos sangren más cada día. Al menos, no estamos muertos como para que nos traten como tales estos vivos, más bien vivales, así que nos aguanten un poco más o un mucho más debido a que se nos están hinchando los límites hasta provocar reventones. Ahora toca otra de purita vergüenza si es que no esconde una estafa al ciudadano que debería tener consecuencias, porque con la vida no se juega, pues no hay manera de que salgan con los nombres del Comité de Expertos que está detrás del asesoramiento al gobierno en la pandemia.
Y es que el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG) ha ordenado al Ministerio de Sanidad que revele, en un plazo de 10 días (ya han pasado dos desde el 30 de noviembre), los nombres del comité de expertos que asesoraron al Gobierno para gestionar la pandemia, porque considera que no se vulnera el derecho a la protección de datos. Así consta en la resolución fechada este lunes, treinta de noviembre, y contra la que cabe recurso ante los Juzgados Centrales de lo Contencioso-Administrativo de Madrid, en la que da la razón al reclamante que exigió la identidad de estos expertos a los que aludió el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, en una comparecencia el pasado 6 de mayo.
Si no hay nada que esconder y están orgullosos de ellos, déjennos a los ciudadano saber por quién brindar de agradecimiento; y si, por el contrario, no están orgullosos o dudan de la sapiencia de ellos, déjennos a los ciudadanos que pongamos nombre y cara al desprecio por habernos llevado por el camino de la amargura; y si no hay expertos, porque se los han inventado para en un momento dado salir por piernas antes un atolladero, déjennos que les llamemos mentirosos con la boca llena, porque tenemos derecho a que no nos tomen por idiotas y esclavos de su gobierno. Venga, presidente, suelta los nombres y da curso a la transparencia, algo que debe ser consustancial a la democracia.