Existen muchos mitos entremezclados que componen el único mito: Maradona. según Sebreli: “Para el nacionalismo populista, Maradona es la identidad nacional; para las clases bajas, sin conciencia política, el mito del mendigo transformado en príncipe, para la izquierda intelectual, el rebelde social; para los jóvenes, el mito del transgresor.” Es previsible y, casi obligado que , en momentos donde la cultura cotiza a la baja, un personaje tan zafio, un reyezuelo, un nuevo rico haya llegado a ser adorado y, a la vez usado, por la Iglesia, la derecha, la izquierda … Incluso la UNICEF, lo nombra embajador, a la vez que, Maradona declaraba no aceptar a un hijo por ser una equivocación ( de la madre del niño, naturalmente). Defensor de la familia pero saltándose sus obligaciones a la torera, de la Iglesia y de Dios, haciendo lo mismo con declaraciones de barricada que, cambiaban según tuviera el día. Apenas jugó al fútbol, sus adicciones eran más importantes; y lo eran hasta tal punto que, su psiquiatra afirmaba que, deberían cambiarse las leyes antidoping ya que, su paciente, necesitaba jugar al fútbol. Con tanto tiempo libre, este dios de andar por casa, nunca se planteó aprender algo mínimamente provechoso. Los argentinos lloran, como lo hicieron los ingleses por Lady Diana, con el mismo sentimentalismo tóxico y melindroso al que nos tienen acostumbrados. Que se pare el mundo, para que, las personas que viven al margen de tanta vulgaridad, puedan bajarse.
Ahora sí, Dios ha muerto (por Hannibal)
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