Sigo preguntándome por qué no estuve más a su lado, el más que consiguiera un menos en su decisión de dejarnos. Pasó un año y lo sigo extrañando, lamento no verlo entrar por la puerta con su sonrisa y serena presencia para tomarse una cerveza con espuma y conversación. ¡Que bien lo pasábamos con él! La vida resulta menos alegre con estas pérdidas humanas como la de Telmo, insustituible, que deja un vacío que nadie llena. Ojalá nos veamos en otro estadio de la existencia y nos riamos del dolor en ésta, ojalá exista ese Dios generoso que nos reúna el sentimiento común en algún lugar lleno de hermosas luces. Telmo querido, no te olvidamos.
Telmo Cao, ya un año.
Comparte esta noticia:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Imprimir