¡Cómo no ser nostálgicos de otros tiempos pasados, a la vista del presente! Me fui cual flâneur por Ourense adelante esta mañana. ¡Qué desastre! Aparte de la pandemia que asola las calles por falta de personas que las paseen, hay síntomas que saltan a la vista para darnos cuenta de la enfermedad de un progreso hacia una habitabilidad más cómoda y agradable. La pintada que jalea la matanza de policías sobre la fachada de un edificio reconstruido y que es sede de la Asociación de Constructores ourensanos, y que tras años (al menos desde aquí lo hemos hecho hace un par de ellos) sigue cual ventana rota para que se expanda esta despreocupación colectiva hacia lo común de todos. Que si la propia Asociación ya no lee de tanto verla, que si el Concello envuelto en esas disputas vergonzosas y sospechosamente interesadas en otras cosas que mueven otro tipo de interés, y no digo lo de ¡piensa mal y acertarás! porque ya lo he dicho, que si patatín patatán, la cosa es dejar ahí esta mierda que provoca que otros imitadores pongan más a lo largo de la ciudad, tal como pasa. Vemos la cara del dictador Stalin pegada en un cartel porque su figura no está tan mal vista como la de su primo hermano nazi, pero que resulta igual de asesino histórico y trágico, sin que nadie (otra vez Concello escrutando las estrellas en lugar de bajar al suelo) haga nada. El solar del que fue barrio rojo, o “de las putas” como siempre se le llamó, sin querer emerger sobre ese mundo sórdido de antaño y que parece abandonado; ni siquiera una tapia blanca delante para tapar esa vista indecente. Una placa en pleno centro, casa de lujo, de piedra y bien reconstruida, donde debajo de la placa de un roteiro Carlos Casares, otra menor, cual si fuera la firma de la anterior, con “cosméticos noséqué”, y es que no hay lugar para la sensibilidad. De las fotos que completan este puzle en la ciudad a la vista de este flâneur, la de las escaleras está hecha porque en la ida por la calle de abajo observé a las mismas mujeres en la misma mesa a la vuelta, cosa que me chocó, porque no es hora del café de las funcionarias ni pueden estar en la misma mesa por no convivientes según exige la norma de la Xunta actualmente vigente por causa del coronovirus (después atascamos el trabajo porque hay poco personal …). Y la última es realmente la visión más positiva, sobre todo ahora porque es casi única, y se trata de la obra pública del Archivo que nos dejará un edificio de categoría, que esperamos no se grafitee a los días de su estreno.
Y mientras la ciudad está así, tenemos que contemplar a nuestros políticos en una suerte de lucha por el poder que avergüenza a cualquier ciudadano que está sufriendo las consecuencias de este virus que por sí ya nos puede barrer salud y economía para que nos barran estos la esperanza en los dirigentes que nos gobiernan. Pero de esto hablaremos más adelante, largo y tendido, porque aquí, hay división de poderes, y me estoy refiriendo a mi persona, la cabeza y el corazón, y hay que ser cauto para que ambos convivan sin matarse, como hacen precisamente ellos, políticos del carajo, perdón del Concello.