Jacobo Siruela: “Internet y las redes sociales son una nueva forma de alienación”
Quince años cumple Atalanta, sello exquisito del editor y diseñador, que nos recibe en su casa de Salamanca, que diseñó él mismo. La ecología y el pensamiento son sus preocupaciones
- MANUEL LLORENTELarrodrigo (Salamanca)
Para apreciar el rollo chino de la dinastía Ming La tertulia de los sabios, que compró en Nueva York y cuelga ahora de una pared; para escuchar a Vivaldi -llega el sonido desde unos mínimos altavoces ocultos en el alto techo- o para fijarse en los lomos de libros de Jung, William Blake o la Biblia de Ferrara de la exquisita biblioteca de Jacobo Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, el visitante ha de descalzarse antes. Es una casa solitaria y altanera abrigada por encinas y desde la que se divisa, al fondo, la sierra de Francia.
Dice Jacobo Siruela, que es como se le conoce en la República de las Letras, que en la zona hay lobos, zorros, hurones, buitres y halcones. Tiene mil vacas que pastan a su aire. En una de las dos vallas que protege la Finca Gallegos de Crespes, de bastantes centenares de hectáreas y a escasos kilómetros de la aldea salmantina de Larrodrigo donde transcurrió la entrevista este pasado miércoles, se lee en un cartel: Ganadería Morucha. «Es una reserva natural que queremos convertir en un santuario natural, un refugio de la naturaleza salvaje. Cultivamos cebada para pasto del ganado y así no tener que comprar».
Y muestra y regala El jardinero horticultor. Manual para cultivar con éxito pequeñas huertas biointensivas del pionero Jean-Martin Fortier, que él mismo ha editado este año. «Si la ecología no es rentable es un fracaso».
El conde enseña la casa de una planta y cuatro metros de altura en el salón de paredes color marfil e iluminado por un enorme ventanal. Hay fósiles, huesos de vacas que parecen esculturas, piedras con liquen, fotografías de su esposa, Inka Martí, una mecedora, cuadros de paisajistas holandeses de los siglos XVI, XVII y XVIII, y una butaca Luis XIV.
Jacobo Siruela está orgulloso con su casa, que ha estrenado hace cuatro meses. La ha diseñado él mismo, como lo hizo con todas sus aventuras editoriales, desde la revista El Paseante (1985-1998) a la editorial Siruela y, ahora, Atalanta, en la que lleva publicados 147 títulos. Este mes cumple 15 años. El ritmo es de siete u ocho títulos al año, «aunque algunos tienen miles de páginas», matiza.
Aquí y allá todos sus libros, incluida la extraordinaria Biblioteca de Alejandría, 33 volúmenes que Jorge Luis Borges eligió y prologó y que Franco Maria Ricci diseñó. «Borges es mi maestro». Y señala los libros de Alianza del escritor ciego, tan usados y que tanto le supusieron antes de cumplir los 20 años.
- Malvivimos en el desconcierto, en medio de la incertidumbre.
- Sí, parece como si estuviéramos en un cambio de época y esta plantea dos asuntos fundamentales, la naturaleza y la tecnología; en ellos tenemos que actuar y reflexionar más. Por un lado, el progreso está destruyéndonos, está destruyendo la naturaleza. Tenemos que cambiar nuestras formas de producción, cambiar nuestra idea de progreso. Y, por otro, la única perspectiva que ofrece esta época es tecnológica. Las ideas se han vaciado, hay un relativismo filosófico enorme, aunque también ocurran muchas cosas interesantes. Pero parece que la única salida que tenemos es la tecnología. Y yo desconfío mucho de esta salida. La incertidumbre. Por supuesto, parece que vivimos en un cuento moral: un virus, que finalmente también es naturaleza, nos ha confinado durante unos meses y está amenazando nuestra economía. Es el momento de ver cómo podemos afrontar esta nueva época. Yo lo hago a través de la editorial mediante ideas, porque la mayoría de los libros que publico son ensayos; y a través de las fincas que he recibido como herencia [por ser hijo de la duquesa de Alba], convirtiéndolas en fincas ecológicas. Antes se gestionaban de forma tradicional, echando pesticidas y abonos a la tierra.
- ¿Esto va a perdurar o será sólo un vendaval?
- Puntos suspensivos, ya veremos. El siglo XXI ha de ser expansivo, tenemos que superar el cerrado materialismo que hemos heredado del XIX. En el XX han pasado muchas cosas: la física cuántica ha pulverizado el sentido de la objetividad, la psicología analítica de Jung nos ha explicado nuestra interioridad… Han sucedido muchas cosas que tendríamos que asimilar. Aparte de los problemas externos, también existe la interioridad, también tenemos que vigilar lo que nos pasa por dentro, lo que somos realmente, aparte de lo que parecemos.
Con un dinero de la herencia de su padre, Luis Martínez de Irujo, se lanzó a editar en 1980 su primer libro, La muerte del rey Arturo, novela anónima del siglo XIII, en cuya traducción participó junto a una medievalista francesa. «No fui osado, sino un temerario». Con él ganó el Premio al Mejor Libro Editado del Ministerio de Cultura y así pudo fundar Siruela dos años después. En Atalanta, además de Inka Martí y él, trabajan otras cuatro personas, distribuidas entre Mas Pou (la masía en Vilaür, Girona) y Madrid. «Son todos autónomos». Ellos dos viven entre las tres residencias.
«Siruela se volvió cada vez más compleja y el trabajo más absorbente. Sólo podía leer aquello que editaba. Decidí vender [en 2000] y vivir una vida más tranquila. Pasé de editar 25 libros por año a siete u ocho».
- Borges.
- A los 18 años descubrí a Borges. Leía, pero erráticamente. No sólo su literatura me deslumbró sino que lo que pasa con Borges es que él es toda la literatura, no sólamente la europea sino la universal. Fui leyendo a todos los autores que indicaba. Me ha formado mi gusto literario.
- ¿Cómo era de trato?
- Le conocí muy mayor, durante un curso que dirigí en Sevilla sobre literatura fantástica. Estaba muy solicitado.
En aquel curso también participó (además de Torrente Ballester, Juan Antonio Ramírez, Luis Alberto de Cuenca o Carlos García Gual) Italo Calvino. «Es una pena que se muriera, éramos muy amigos». También lamenta el reciente fallecimiento de Franco Maria Ricci. Quería conocer el laberinto que ideó en Parma (Italia), el más largo del mundo, a raíz de una promesa que le hizo a Borges. Fue precisamente a Ricci a quien compró los derechos para España de la Biblioteca de Babel tras descubrirla en París.
Jacobo Siruela fue el primer editor de António Lobo Antunes y aparece, junto a Ernst Jünger, Albert Hofmann (inventor del LSD) y Antonio Escohotado en una foto en el Palacio de Liria en 1992. «Jünger me encanta, pero era un poco reservado. Con quien tuve una buena relación fue con Hofmann, nos carteamos».
Atalanta. ¿Eligió el nombre por el mito? «Es un mito que me gusta pero no tiene un significado directo. El significado de la editorial son las tres colecciones: la brevedad, la memoria y la imaginación. Ahora se ha abierto una cuarta con la naturaleza. No quería una editorial donde cupieran todos los títulos. La brevedad: ¿los cuentos no se venden en España, todo el mundo publica novelas?, pues yo, me dije, voy a publicar cuentos; verdaderamente se venden peor. ¿Que todo es la actualidad hoy en día?, pues vamos a apostar por la memoria, ver qué cosas de la cultura pasada pueden ser interesantes para el mundo de hoy. Y la imaginación, pero no como forma de escapismo sino de conocimiento, que esto a la gente le resulta extraño. Cuando las imágenes se convierten en símbolos y uno puede interpretarlos, la secuencia de esas imágenes nos está revelando una intención, nos están comunicando algo. La imaginación está en todo. Estamos imaginando continuamente todo. Y el mito: el mito es una de las formas culturales más interesantes, nos están comunicando un sentido del mundo, que precisamente es lo que nos falta ahora, porque tenemos un mundo que carece de sentido. Los sentidos están gastados y han de ser renovados».