Si no fuera por el color arena de la mañana y la ración de vida que se observa a la vista, ella con sus ejercicios para el cuerpo, él con su lectura para la mente, y el mar para los dos y todos los que pasamos ante su vista, hoy, andaría más deprimido que ayer con el avance de la pandemia. Y no es simplemente tristeza por la muerte que ha sacado la recortada a la calle desde marzo y dispara indistintamente contra cualquiera, sino gran decepción por la actuación de sheriff y ayudantes que tienen que oponerse a ella. Porque no hay medidas preventivas de calado sino solo palabras vacuas y actuaciones ligeras que además siempre llegan tarde; además, son tantos los incapaces que deciden en según sus territorios de manera diversa, siendo el mal único, que la voz autorizada de verdad parece no exista. Así, ¿quien carallo puede no deprimirse?
Paseando
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