Ayer fotografié estas ruinas de una antigua fábrica de curtidos en medio de un bosque. El robledal no dejaba ver el sol pero tampoco dejaba pasar el calor. Un paseo entre la frondosa naturaleza vegetal, realmente agradable. Pero al toparme con la balconada excelsa de un tamaño aproximado de cuarenta metros tuve una sensación primera de tristeza por su ruina, y a continuación la sensación alegre de ver en ella una oportunidad en su reconstrucción. Claro está que me informaron las gentes del lugar que hay conflicto de intereses de herencia, los peores que puede haber en propiedades abandonadas, y la cosa, pues, no es tarea fácil de resolver; sin embargo, debería haber también una lógica que negociase a la postre que en la reconstrucción ganaríamos todos, los directamente interesados dejando de perder, y el resto de ciudadanos pudiendo pasear por el mismo paraje pero más cuidado y con mensaje claro que aquí no se abandona nada ni nadie.
La reconstrucción me lleva a pensar en la crisis sin igual que estamos padeciendo, y me interrogo también sobre cómo reconstruir un clima político que favorezca al país que va camino de destruir su bienestar mínimo, si es que ya no ha caído. La balconada hermosa que asoma a mi pensamiento en este sentido está basada en ver cómo, milagrosamente o no, hemos sido capaces hasta la fecha de soportar la carga espantosa de un ejército napoleónico – de tamaño – de políticos con sueldo, que sólo aportan negativamente; un gasto exageradamente desproporcionado de las Administraciones en actuaciones inversoras de favor a adláteres, testaferros y demás tinglados, sisando del Estado lo que no está escrito; una corrupción generalizada y otros males estructurales del sistema. Pues bien, si hemos resistido hasta la fecha con todo el defecto anterior, aparquemos a los que juegan políticamente en estas ligas de interés por lo público desde su perspectiva más egoísta e insana y pongamos a negociar a los otros, los decentes, para reconstruir la convivencia. De esa balconada hoy en ruinas puede surgir un edificio nuevo que nos de valor a todos.
¡Mecachis!, ya estaba soñando; ¿estos tripis ?