El Concello de Ourense permitirá ampliar las terrazas de los establecimientos hosteleros, pero no a todos, sino solo a aquellos que ya tuvieran autorizada una terraza con anterioridad. O sea, que al que contaba con este privilegio se le ayuda a que no sienta tanto el perjuicio ocasionado por el coronavirus, y al resto que le den, que le den morcilla, y eso pese a que el mismo alcalde había manifestado su intención de habilitar zonas de aparcamiento precisamente para esos otros establecimientos que también tienen que seguir luchando para mantenerse abiertos. La verdad es que es un tanto decepcionante, porque además de burros, apaleados, pues al hecho de no poder contar en espacio público con esos metros cuadrados que le dan un valor añadido a cualquier local, se quitó de la boca el caramelo al niño. Espero y deseo que respecto a mis intereses y el de todos los autónomos ourensanos, con o sin terraza, traducidos en dos mil euros por cabeza a percibir no pase otro tanto, porque entonces ya daríamos por finiquitada cualquier esperanza, fe y caridad en la vida mortal de Ourense.
Y hablando de espacios públicos destinados a los vehículos, hay zonas de carga y descarga dentro de unas horas, claro, como todos sabemos. Pues ayer percibí una vuelta a cierta normalidad al observar a la policía local sacar de cuaderno y ponerse a escribir frente a un coche. Seguimos en Fase 1, con una actividad que da pena pasearla por las calles, pero fase 25 en diligencia de multas. Así es la vida, o sea que ¡ojo!, cuidarse de creer que esto sigue a ralentí, porque sí para casi todo pero no para alguna cosilla como ésta.