Hoy toca sacar la artillería, o mejor dicho la Caballería, donde este cuerpo -que no espíritu, ya que era obligatoria- hizo la mili, el mismo año del golpe de Estado. Al ver hoy al ejército de tierra patrullar las calles españolas, toca desempolvar el recuerdo militar personal de un distinto patrullar, al menos por Barcelona, en aquellos días posteriores al 23F, haciendo de escoltas en aquellos días complicados a los mandos militares que vivían fuera del cuartel. Pese a que yo salí por piernas de aquel año sabatino, medio deprimido y otro medio cabreado por la experiencia, tengo que decir que hoy sentí cierto alivio al ver a los soldados patrullar por nuestras calles y poder así confinar más y mejor a mis vecinos y a mí mismo, porque la disciplina del españolito no es que sea su mejor virtud, desde luego. Y la cosa no está para coñas, sobre todo “digamos que hablo de Madrid”. Toca desempolvar la foto que me recuerda sentar mi tiempo sobre un Land Rover verde con una navaja afilando el pensamiento de un futuro incierto que hoy es el pasado cierto.
Reconozco que tengo miedo, rabia y frustración, al ver caer a tanta gente inocente en esta invasión vírica que, cual peste bubónica de 1347, llegó de Asia. Desde luego no será para tanto, entonces en tres años un tercio de la población del mundo murió. Yo no soy el machito o machota que eres tú, seguro, pero pienso que fuera del frente de batalla, que está en los hospitales, ahí sí que están mis héroes, en las trincheras donde por cierto urge aprovisionarlos de todos los recursos; decía que, fuera –que es dentro- no tengamos prisa. Calma. Paciencia. Nunca tuvimos tanto tan cerca como para necesitar salir a nada que no sea imprescindible y ya sabemos lo que lo es por Decreto, pero menos todavía a salir a arriesgar la vida, la nuestra y la de los demás. Que no se aviven paranoias buscando chivos expiatorios, aventando noticias falsas (leí no se qué de guerra bacteriológica iniciada por USA, también Operación económica maquiavélica de China para hacerse con el mercado mundial, etc.) o dejándonos llevar por odios, como se hizo en la Edad Media con mujeres y judíos. Pensemos en resistir y ayudar a resistir a los demás, sobre todo a los más vulnerables, porque nos necesitamos, y para resistir hoy un poquito mejor subo la poesía de esta amiga, May Gañán, que capto de su página pero al mismo tiempo les doy un enlace para que vean sus imágenes y escuchen su recitado porque es la sutileza, hermosa sutileza:
https://www.facebook.com/may.ganan.3/posts/3233157140042343
REDUCCIÓN DE ESENCIA
Como quitar agua a una salsa
para concentrarla
esta guerra sin trincheras
nos ha robado la vida que conocíamos
para dejarnos desnudos
frente a frente con la esencia.
Y solo ahora,
Empezamos a tomar conciencia
de que podríamos vivir hasta tres
de nuestras antiguas
acomodadas vidas
con ella.
Con la pura esencia.
Resulta ridículo entender ahora que ayer,
(lo que es ya nuestro antes),
precisáramos de tanto despilfarro
de trasuntos de vida
para disfrutar de tan poca Esencia.
La reducción ahora
es un hecho,
apremia.
Puede ser luz
en lugar de tiniebla,
una vuelta al origen
(restando el márketing)
Las raíces
No deberían computar nunca
En los índices bursátiles.
Ahora toca túnel,
de la luz difusa
del punto de partida
a la luz desconocida y lechosa
del punto de llegada.
Y aunque del otro lado
encontremos un día gris
en el que la tormenta arrecie,
no debemos dejar
de empujar
para ser libres.
Con suerte, quizá vayamos a parar
al mismo lugar que Alicia
y, si bien sean otras
las “maravillas” que encontremos
puede también que nos sorprendan
de forma muy distinta a la que suponemos.
Buscar, latir y seguir
con la mirada al frente
la línea recta.
Hasta que nos ciegue la luz
y un gran prado verde
se extienda.
En el que no haya
otra cosa que hacer
que la de ser corresponsable
y responder con humildad
a lo esencial,
el baluarte en el que
suele cobijarse siempre
la esperanza.
Y además de resetearnos
como animales
no siempre tan racionales,
ejercitarnos a fondo en
otras inmensas cualidades
Y Ser agua, ser árbol…
Hasta aprender
Lo que verdaderament somos
Meros Invitados
de este espacio
Llamado Tierra.
Puro equilibrio de fuerzas
Pura reducción de esencia.
No equivoquemos el enemigo, el letal coronavirus que morirá si le cerramos bien la puerta. En aquella mili que yo hice hace casi cuarenta años nadie nos preparó a luchar contra este enemigo microscópico, hoy ya no es el ejército de aquella época sino uno profesional (bendita UME) que hoy nos ayuda a mantener la calma y que yo saludo desde mi monasterio particular con agradecimiento.
También os recomiendo hoy leer al amigo Gonzalo Sánchez-Terán, en Frontera D; a continuación
Y por supuesto, el saxo de José Luis, que sale por la ventana a tocarle a los vecinos el ánimo y levantarlo:
Publiée par José Luis Gutiérrez sur Jeudi 19 mars 2020