No, no van los tiros por la calculadora humana que es José el Mentalista que muchos hemos visto alguna vez en El Hormiguero o Got Talent y su capacidad para hacer cuentas con los números. Porque los números que multiplica ni los piensa, verdaderamente, los intuye o ve como otros ven pájaros en el cielo o insectos arrastrándose. Lo que me hizo pensar hoy en alto con un amigo que se sentó en la barra para hablar mientras José estaba dando su espectáculo fue lo difícil que es ser artista hoy en día. Triunfan dos o tres y los demás corren caminos buscándose la vida. Buscándosela vino a elcercano José, después de insistir en su número de números. Y aquí nos cogió aunque un poco más veteranos pertrechados en una idea básica de sobrevivencia para no perder demasiado. Es verdad que intuía que la cosa no iría bien para los intereses económicos de elcercano, pero a pesar de ello lo hicimos, porque a veces el mecenazgo es esto, apoyo a costa de los cuartos de uno. Fallaron tres reservas y aunque la foto está tomada antes de que llegaran otros dos, la cosa no pasó de diez personas que acudieron a la llamada. Pero no importa. Ochenta euros menos ricos que nos afianzan ese lema que repetimos desde hace tiempo: “De fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Muchos no lo entenderán porque su lógica de rebaño les impide abrir la mente como si fuera corazón que late viendo al otro apoyado. No voy a decir que esté contento por la falta de afluencia, porque es tanto como decir ‘tonto’, pero tiene su saborcillo a orgullo por resistir este pulso del interés económico para avasallar con cualquier otro sentimiento. Sabemos, además, que estas cosas de acudir aquí o allá dependen mucho de la moda, de donde va Vicente, porque sin criterio somos demasiados. Así que el caso es que los que fueron lo pasaron muy bien, yo quedé en la barra del bar dialogando sobre épicas, poesía y batallas a la figurería. Al final, y después de haberse ido todos y en posición de cierre llegó otro amigo a preguntar. Acabamos hablando de “principios” ¡manda carallo!, y como se pueden mantener pese a la falta de ellos que impera nuestra forma actual de ganarnos la vida: se me ocurrió, quijotescamente, empuñar la
escoba y el recogedor a modo de armas, si hay que barrer el suelo, secar la loza y lo que haga falta para ganarse la vida honradamente pues se hace, aunque algunos imbéciles no entiendan que es preferible a quedarse sin principios y venderse para que otro lo haga. Lo que da de sí ver partir a José, sólo, arrastrando su maleta de cómico calculador, honesto y transparente, lo que vende lo hace públicamente sin esconder ninguna carta en la manga, pensando en tomarse un poco de pulpo antes de irse al hotelito a descansar antes de partir mañana a otro lugar donde le esperan. Y ojalá librásemos a escobazos ciertas disputas como libramos ciertos polvos que tratan de ensuciarnos.