Ayer coincidió la noticia de esta mujer que vive en Nueva York y que tumbó de un mesazo en la cabeza al que quería ser su ladrón, que eligió a casa equivocada para entrar: “Estoy sola y soy vieja, pero, ¿adivina qué? Soy dura, declaró la abuela. El ladrón no pudo levantarse del suelo hasta que llegó la policía. Esta mujer había hecho culturismo y al parecer parte de su fuerza aún le aompaña.
Pero no todas son como ella, y me refiero a las mujeres que viven solas. También podríamos hablar de hombres pero el caso de ayer que viví personalmente se refiere a Adelina, una señora de 88 años a la que cuido con todo el cariño que puedo. Ade acaba de llegar del Hospital donde estuvo ingresada diez días y aún está un poquito chunga de la resaca que siempre le deja una estancia entre pruebas y pruebas para ayudarla en su mal, que lo podríamos resumir en la edad que tiene. Pues bien, ayer a las 13:30h abro la puerta de su apartamento y me encuentro a un individuo haciéndole una encuesta. En cuánto lo vi me puse nervioso y les increpé, tanto a ella como a él, a ella por abrirle la puerta, a él porque al ver a una señora anciana en silla de ruedas lo ético es saludar y despedirse sin quererla envolver en sus propuestas. Porque propuesta había, claro está, habiéndole vendido ya una crema antes de la supuesta encuesta. Le increpé todavía más al decirle que esta señora padecía de alergias en la piel, lo que su producto estético podrían hacerle daño a su salud.
El tipo en cuestión aprovechó el momento que yo me dirigía a Adelina para coger las de Villadiego discretamente, “yo me voy”, pues le había pedido me dijera para quien trabajaba y qué garantía ofrecía con su productos. Habiéndose ido, busqué la crema e inmediatamente leí la fecha de caducidad, ya estaba vencida. Y ahí está el quiz de la estafa porque el QUIZ humano está en aprovecharse de una anciana tan buena y generosa como Adelina. Me cago en la madre que los parió a todos ellos, pues Ade no es la señora americana que le metió un mesazo en la cabeza al cabrón que le quiso robar en su casa.
También otra cosa le ocurrió el mismo día a Adelina y en este caso se dice el pecado pero no el pecador, pero es que no me gustó ver un batido abierto que esta misma señora, Adelina, no tomó porque no le gustó y que le envió la farmacéutica que la provee de sus medicamentos periódicos y pañales que se los acercan a casa. No me gustó el detalle porque el pack de tres sube de 10 euros. Colarle una cosa así a una pobre ingenua con pensión mínima no tiene nombre.