Son las dos, después de las cinco. No estamos en temas cuánticos ni misteriosos koan, solo tomamos el genero invertido para referirnos a los cinco en lugar de las cinco. Porque ellos, solo ellos y ninguna ella, fueron los protagonistas del debate soporífero que nos hicieron sufrir a los trabajadores madrugadores que, sin embargo, nos quedamos frente al televisor a la espera que nos dijera alguien cómo nos van a hacer el curro mejor. Imposible. Ellos no sienten con la misma piel del resto de ciudadanos los problemas cotidianos pues ellos están a la altura de magnánimos sueldos y casas de millonarios. Pero bueno, no desviemos el tiro y digamos que el ganador por puntos en la prensa escrita, sea no digital, fue Abascal (El País, El Mundo, El Confidencial, ABC y otos lo dieron en sus encuestas); para las televisiones fue Pedro Sánchez. Pero esto no fue lo importante ni determinante sino el dato más claro fue el perdedor con un Malú que no aprueba ni pa dios.
Pero el debate dejó cosas importantes, sobre todo en el descanso, pues pudimos comprobar como en el caso del interés económico no se cortan con los anuncios de juego, desde el póker hasta las apuestas deportivas. Solo desearía a los que tragan publicitando el juego, que se hagan ellos ludópatas entes de hacerlo a jóvenes que se enganchan fácilmente. Simplemente, es indecente.