Llevamos días, semanas, meses, incluso años ya, dándole a la pelota ciudadana con el problema del pequeño comercio, de si sobrevivirá o no a este momento social. Defendemos su existencia por múltiples razones que le vienen muy bien a la sociedad actual, desde los puestos de trabajo que crea hasta el punto de vigilancia que supone contra la peligrosidad, amén de un socorro natural al prójimo que por cualquier circunstancia necesita apoyo en la calle que transita de otro ser humano, y de cuestiones más banales pero que también aportan bienestar como puede ser simplemente dar cambio para la ORA estúpida que aún no admite cualquier moneda. Que si se vacían los locales, que si la suciedad se apodera de ellos y por ósmosis afea la calle, que si las pinturas obscenas toman la delantera a fachadas limpias que contagiarían buen ánimo a las gentes que, que si patatín patatán, toda preocupación es poca. Hasta el “Móvete” trata de ello. Pues bien, hoy sentí la derrota. Desde la rotonda de salida de Ourense a la carretera de Quintela la caravana me sorprendió. Después siguió los kilómetros que que se recorren hasta llegar a la concesión de Renault en Quintela y que era mi destino para la presentación de un Clío nuevo. Imposible que fuera toda esta gente a una presentación de automóvil. No, claro que no. Lo imposible comenzó a clarearse cuando llegué al destino. Era Leroy Merlin quien atraía como Hamelín a muchos ourensanos. La ferretería multinacional, solo un día después de abrir sus puertas a Ourense, tenía cola y lista de espera para entrar. Los coches en carril de entrada detenidos para lograr su objetivo. Yo pensaba en Paradelo, otra nave dedicada a lo mismo que este imán verde Leroy, y en todos los demás negocios de Ourense que venden el mismo producto que venderá a partir de ahora Merlín. ¡Vaya tela! Pues así, la verdad, no podemos sino anunciar una muerte lenta y agonizante de nuestro comercio ourensano, por mucha lástima que nos cause.
Por cierto, vaya hipoteca estamos contrayendo en este espacio cercano a una de las riberas del río que debiera ser explotado por el desarrollo de nuestra capacidad termal y que no lo va a ser porque vendemos producto industrial. ¿No habría otro lugar en Ourense más adecuado para dejarlo instalar? Se ve que no. Doble lástima para hoy.