El miércoles estuve en la librería “Libraida” en Gondomar asistiendo a la presentación de la última novela de Domingo Villar, “El último barco”. Lleno absoluto del local. Me tocó escuchar desde la puerta abierta donde se hacía incómodo el continuo pasar de los coches por sus motores especialmente ruidosos en la ocasión que exigía precisamente un silencio especial para salvar la distancia de la voz que nos hablaba. El escritor, tipo afable y cercano que no aspira a ser admirado como un intelectual de pro sino simplemente a emocionar con sus personajes y tramas que primero lo emocionan a él, nos contó anécdotas de tramas, personajes y su relación con la escritura que convirtió la presentación en un acto ameno y agradable. Al acabar pretendía hablar con él por una cita pendiente que nos traemos entre manos pero esperaba demasiada gente con su libro abierto para la pertinente dedicatoria y firme. Me conformé con hacerle una foto y enviársela por wasap para recordarle nuestra cita en elcercano, aunque de momento no tengo respuesta. No me va a mosquear tampoco que no la haya pues estoy acostumbrándome ya a que algunos jóvenes escritores con los que he conectado y que han quedado de visitarnos en elcercano, cuando pasan las fechas y volvemos a intentar poner fecha, después ni contestan, cual el caso de Jabois. Esto funciona así desde el origen de los tiempos, que de quien esperas desesperas y de quien no, recibes una gratísima sorpresa y aquí tenemos experiencia de buenos y célebres escritores y periodistas que además de cumplir nos deja el encuentro una estrecha relación. Veremos con Domingo el grupo donde se adscribe mejor.
Es la guerra total. Luis Sotelo, editorialista de La Región larga contra el interventor del Concello de Ourense, Gonzalo Sotelo, con unas ganas y furia de enemigo hasta las trancas. El punto principal de desunión que se atisba en el panorama es el informe del interventor en contra de los ejemplares que el Concello compra por un convenio especial que se viene firmando desde hace un tiempo a los medios de comunicación para que los ciudadanos lean y lean y lean, en el polideportivo, la biblioteca o donde quiera que sea porque el tema es que haya ejemplares en donde sea para que todos leamos y leamos.
El problema está en la venta. Ni dios compra con su euro treinta céntimos ningún periódico, no solo La Región, y así es difícil que la prensa siga existiendo como hasta hoy. Aquí entronca mi idea de solución que está precisamente en retirar suscripciones no sólo de instituciones sino de bares y cafetería para que la gente vuelva a comprar su periódico y lo lea de cabo a rabo como antes hacíamos. Por supuesto, su periódico, o sea, el que informe con mayor independencia al lector no militante con alguna tendencia política o religiosa. Sólo así podríamos pensar en salvar la prensa de papel, porque la digital también va camino de su venta por suscripción como es el caso del New Yorkl Times.
Felipe Senén
Se me fue el wifi, así que de Felipe hablaré mañana.