En la Foz hoy he visto una nueva escultura. Ésta. Una barca de piedra rota por la mitad y con una frase alegórica: “Os barcos morren na Foz”. Eso sería antes porque lo que es ahora ni barcos a una milla a la redonda. Es bonita la barca y bonita la laguna que se forma con marea alta. Un detalle más para el paseo que es camino portugués con cada día más extranjeros pasando hacia Santiago. Después del paseo vuelta a Ourense, y veo la foto del grupo o comisión de seguimiento del pacto que nos gobierna.
Risas, y más risas, la verdad es que la cosa promete para una alianza futura más allá de la coyuntural de ahora si nos atenemos a esa simpatía que rezuma en las caras de los protagonistas; la única que no se ve bien es la de Caride, las demás reflejan estarlo pasando guay. No igual que yo, que me pone la cara fea ver escenas como la de la señora en la ducha enjabonándose hasta la concha, sin importarle un huevo que el agua con su espuma vierta sobre el Mió; estamos cansados de asistir a los vertidos del Barbaña que suelen suceder con nocturnidad y sin que les pillen por hacerlos ocultamente, pero la señora lo hace a la vista de todos y de día.
La capital termal así es imposible, y mientras no haya vigilantes y una normas claras de lo que se puede hacer y no hacer mucho me temo que los habituales campen a sus anchas y sigan lavándose en las charcas lo que no se lavan en casa. Otra cosa que antes de meterme en el cine a ver Yesterday, entretenida y que gusta gracias a la música fundamentalmente, pude admirar asombrado es a estas dos señoras que en invierno las he visto tapadas con mantas y dos maletas dormir en la entrada de Adolfo Domínguez por la calle de Curros Enriquez, y que estaban a la sombra en la terraza del centro comercial con la señora mayor durmiendo y la otra que la cogía de la mano moviendo sus pies al ritmo de lo que entrase por sus casos en ese momento.
Frente a ellas, una pandilla de muchachos divirtiéndose y haciendo mayor contraste a la vida desgraciada de estas dos mujeres, presumiblemente madre e hija. Aquí sí se podía emplear bien el dinero que se gasta en divertir a la gente, dándole cobijo a todo el mundo que lo precisara, como estas dos mujeres.