A mi me sirvió de lección. Cara, eso sí, tan cara como 6.000€ que volaron de mis bolsillos y de los de mi familia. La lección está en que no se debe aconsejar nadie de ningún vendedor por mucho que éste se gane la confianza a través de su oratoria y cierta simpatía. A mí, que no creía en esa forma de invertir, tras mucho tiempo negándome esta herramienta financiera para mi profesión de entonces de corredor de seguros, porque desconfiaba del mismo, al final bajé los brazos por el amigo Fernando Salinero, hoy gran gurú como asesor empresarial, que casi se reía de mi incapacidad por ver el secreto del éxito profesional en los productos de la empresa que él dirigía en Galicia. No le guardo en absoluto ningún rencor por ello, porque estoy seguro que él mismo perdió bastante más al ser engañado por estos tipos que han sido condenados. Pero la lección creo la aprendí, pues no se puede uno fiar de estas profesiones del dinero, cuyo fin únicamente es ganarlo sin dar un palo al agua.
Decía Thoreau en ‘Desobediencia Civil!: A mayor riqueza, menos virtud: porque el dinero vincula al hombre con sus bienes y le permite conseguirlos y, desde luego, la obtención de ese dinero en sí mismo no constituye ninguna gran virtud. El dinero acalla muchas preguntas que de otra manera tendría que contestar, mientras que la única nueva que se plantea es la difícil pero superflua de cómo gastarlo. De este modo, sus principios morales se derrumban a sus pies. Las oportunidades de una vida plena disminuyen en la misma proporción en que se incrementan lo que se ha dado en llamar los “medios de fortuna”. Lo mejor que el rico puede hacer en favor de su cultura es procurar llevar a cabo aquellos planes en que pensaba cuando era pobre”
Todo llega. Ahora le toca turno a Juan Antonio Cano Cuevas, Albertino de Figueiredo y su hijo Carlos, Vicente Martín Peña, Emilio Ballester, José Joaquín Abajo, Esteban Pérez Herrero, Ramón Soler Antich y los hermanos Joan y Jordi Domingo a pasar por el talego. Son los responsables de AFINSA, una de las dos sociedades que vivían de la mentira para mantener su negocio piramidal. Estos individuos, que nos hicieron la pascua a muchos. tienen 10 días para presentarse en la cárcel donde deberán cumplir las condenas que les impuso el Tribunal Supremo. La estafa a 200.000 personas con un negocio de sellos es lo que sella de barrotes su libertad próxima.
Doce años después de que se descubriera el engaño de los directivos de esta empresa de bienes tangibles “Afinsa” que nos prometieron a los clientes un interés del 6% de su inversión por la adquisición de sellos que se revalorizarían, los responsables entrarán en prisión.
La verdad es que no por estafado y haber perdido 6.000€ en ese fraude me siento compensado, pues de su vida en la cárcel no vivo, aunque, quizás, deberíamos reflexionar algo sobre la posibilidad de obligar a esta gente a currar dentro de la prisión para poder indemnizar a sus víctimas en la parte que les sea posible, que sería poca pero alguna.