Me encanta comprobar que aún nos quedan jóvenes que quieren leer y si es con el libro de papel mejor todavía, porque uno es un nostálgico de algunas cosas vividas y esta de pasar incluso el dedo por la línea de un texto para ayudarse en la concentración de la lectura era cosa placentera. Ahora el dedo se desliza por una pantalla y abre/cierra mil pestañas donde la imagen preponderante no son las letras precisamente. El caso es que ayer anticiparon su particular festejo de este Día das Letras Galegas, leyendo textos del homenajeado Carlos Casares, en el exterior del local abierto a la calle, en ese tramo que nos han denegado una terraza los del Concello ourensano porque dicen que es peligroso para la seguridad de los peatones ¡manda carallo!. Pues ahí, y con el respeto hacia el viandante que no tiene por qué soportar ninguna actividad particular que acontece, se leyeron textos que al final celebraron con el salto a la alegría que infunde siempre una buena lectura. Que conste que este día tan importante para la lengua gallega tiene su cruz de la moneda cuando alguien, lector avezado y cualificado profesionalmente, por teléfono te habla de la novela Nembrot de José María Pérez Álvarez como una obra cumbre a nivel de ‘Cien años de soledad’ o ‘Ulises’ por citar dos ejemplos puestos por él mismo; que el autor (y sigo citando lo que me cuenta el interlocutor), o sea Chesi, después de haber escrito Nembrot puede no volver a escribir ni una página más e incluso puede pensar en morir porque ya ha hecho lo máximo que puede hacer un escritor en la vida. Pues este insigne escritor ourensano que apila críticas de un tamaño que para sí quisieran grandes literatos es casi desconocido para el público gallego porque la oficialidad cultural gallega con sus altavoces pagados políticamente lo silencian porque su gran delito, ¡es lo malo de un nacionalismo mal entendido! resulta el escribir en castellano. Pues aquí, un admirador no sólo de Nembrot sino de toda la literatura de Chesi. Y ya sé que es el Día de las letras gallegas, pero al fin… letras.
El humo del medioambiente de la Diputación
Después de las jornadas traídas por el presidente Baltar a Ourense (hay que ver cuánto han costado, simple curiosidad periodística, claro) sobre medio ambiente, simplemente señalar que en la mesa de convidados a la conferencia del importante ponente americano y correspondiente a la Diputación de Ourense, no vemos a ningún ingeniero de la misma, ni siquiera al encargado de Medio Ambiente, y sí a algún chófer ¿de quién?, pues sí, del presidente de la Diputación. Sin duda, ¡los designios del Señor son inescrutables!.
Mis respetos para los profesionales de la información mexicanos y demás comprometidos por la verdad, cueste lo que cueste.
A mi cuando personas amigas, de buena voluntad y que desean lo mejor para mí (me consta) me aconsejan no decir tantas cosas que digo en este Ourense nuestro porque no me conviene, la verdad es que no por repetido me dejan de sorprender. Porque sé que hay miedo, cobardía en un sistema clientelar donde hay poderes que tejen una red donde el que está fuera se puede caer. Pero, claro, caer de la comodidad y el confort que da el ostentar algún chollo de estos que se reparten los chupócteros de siempre, pero, al fin, solo hablamos de comodidad y lucha desigual, que se desvanece cuando uno comprueba como en otros lugares de la tierra, México lindo, la cosa va de vida o muerte. Así, el lunes 15 de mayo las balas acabaron en Sinaloa con la vida de Javier Váldez, periodista, escritor, fundador del seminario RíoDoce y corresponsal de AFP, y silabaro a Sonia Córdova y Jonathan Rodríguez, esposa e hijo del director del El Costeño de Autlán de Jalisco. Ella sobrevivió. El joven periodista de 26 años, identificado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ha muerto y se convierte en el séptimo profesional de la prensa asesinado en México en lo que va de 2017, el decimocuarto en un año. Todo con unos niveles de impunidad del 99,75%. En protesta, este martes algunos medios se han declarado en huelga y hay marchas convocadas en diversos Estados. Pues en protesta, muy humilde y distante, seguiremos hablando de humos y fuegos artificiales de un poder cerca que nos toma por tontos porque haya peña que se pone a su lado y otra de perfil para que no le silben las simples muecas de disgusto de un poder que nos lleva a la quiebra.