Porque las elecciones de Holanda, son el termómetro que mide hoy el auge del populismo en Europa
IMANE RACHIDI La Haya EL MUNDO
El escenario político es un auténtico caos, como en toda Europa. Es muy triste ver cómo algunos políticos muestran el islam como algo agresivo y lo utilizan como una cuestión política para conseguir ganar las elecciones”, explica a El Mundo Loubna Sadoq, diseñadora holandesa, hija de inmigrantes marroquíes. El ultraderechista Geert Wilders la considera “escoria”. También se siente víctima del primer ministro liberal, Mark Rutte. Durante la campaña electoral, ambos líderes han utilizado a los musulmanes como una gran amenaza para los valores y la identidad holandesas.
Los colegios electorales en Holanda han abierto sus puertas a las 07.30 hora local (06.30 GMT) para dar inicio a unas decisivas elecciones parlamentarias en las que 12,6 millones de ciudadanos elegirán a su futuro gobierno.
El político antiislamista considera que Holanda “tiene un problema marroquí”, lo ha repetido hasta el último día de campaña. Sus planes son cerrar las mezquitas, prohibir el Corán y controlar las fronteras ante la inmigración musulmana. Eso tiene un tanto inquietos a cientos de miles de holandeses de origen turco o marroquí. Esta joven de 28 años, que vive en Ámsterdam, tiene claro que va a votar en estas elecciones porque es su “deber”. Reconoce que tiene miedo de una “victoria sorpresa” de Wilders y explica que ha movilizado a toda su familia y amigos para que acudan a las urnas a “frenar” el avance del Partido de la Libertad (PVV). “Este es mi país, diga lo que diga, y no me siento ofendida con sus palabras, lo que me duele es que la gente le vote”, lamenta esta joven.
Los Países Bajos “es de los holandeses que han escogido al cien por cien nuestro país”, advirtió Wilders en sus últimas palabras antes de dar paso a la jornada electoral. Los políticos tradicionales, asegura, hacen que “la gente original de este país se sienta como una extraña”. Así cerró el debate entre los 12 partidos más importantes este martes. Holanda se juega su futuro en las urnas. Empieza la votación y terminan tres semanas de tensión, reparto de folletos y regalos a los seguidores, y muchedumbre amontonada en las plazas a la espera de ver a su candidato favorito y escuchar sus promesas electorales. Han sido días largos para los líderes políticos, para algunos más que otros. Sin duda alguna, Wilders ha sido el centro de atención, a pesar de no haber participado en las entrevistas ni en la mayoría de los debates que radios y televisiones han organizado para poner entre a prueba a aquellos que quieren dirigir el país durante los próximos cuatro años.
Un resultado clave para Europa
Los últimos sondeos no hacen más que añadir leña al fuego. Algunas encuestas dan ganador al Partido Popular de la Libertad y la Democracia (VVD), de Rutte, con hasta 28 escaños. Otras respaldan a Wilders con 24-26. Ya nadie se fía de lo que digan los sondeos. Pero lo cierto es que pase lo que pase, estas elecciones son decisivas para el futuro de Holanda, y también de Europa. Lo que pase con el populismo holandés, que protagoniza declaraciones eurófobas, antiislamistas y antimigratorias, puede marcar tendencia durante los próximos meses electorales en Alemania y Francia. Ya lo dijo el propio Rutte: “Países Bajos tiene la oportunidad de evitar que despertemos el 16 de marzo y que el PVV sea el partido más grande. Rompamos con el populismo en Europa”.
Un concejal del ayuntamiento de La Haya, Abdelrahhim Kajouane, califica de “moda peligrosa” el ascenso de Wilders. Este funcionario trabaja en los barrios marginales de la capital política holandesa, y conoce de cerca a muchos marroquíes y turcos, aquellos que según Wilders lideran las encuestas de delincuencia. “La gente está psicológicamente bloqueada. Claro que hay falta de integración, pero este señor lo quiere solucionar cerrando las fronteras a la inmigración. Es totalmente absurdo. Yo le daría las llaves de las mezquitas, que las cierre, y a ver qué soluciona eso”, critica. De los 12,6 millones de votantes, más de 2 millones -que representan en su conjunto un total de 30 escaños del total de 150 del Parlamento- votarán de manera “estratégica”. Esto significa que no votarán por el partido que sea ideológicamente más cercano a ellos, sino por aquel que creen que tendrá las papeletas como para frenar el avance de otro partido determinado.
Turquía, protagonista en la campaña
Pero en general, la atención está puesta en Wilders y su rival Rutte. Lo está hasta el islamista Recep Tayyip Erdogan, quien llamó a todos los “extranjeros, musulmanes y turcos” a votar contra “un racista” y contra el del “partido que gobierna”. El presidente de Turquía no deja de lanzar insultos a los holandeses desde el inicio de la crisis diplomática entre ambos países el pasado sábado. Después de llamar “fascistas” y “nazis” a una de las sociedades más sensibilizadas con el Holocausto, vuelve a cargar contra el Gobierno holandés para decir que practica “terrorismo” de Estado y responsabilizó a Holanda de la masacre de Srebrenica en 1995, en la que murieron decenas de miles de bosnios a manos de las milicias serbias.
El primer ministro consideró “repugnantes” e “inaceptables” las declaraciones de Erdogan y alertó de que “su tono se está volviendo cada vez más histérico”. Poniendo un poco de orden, pidió “no rebajarse a su altura” y reclamó a los holandeses acudir a votar para “seguir moviendo este país hacia un rumbo estable”. Holanda ha dejado de ser un país monótono y aburrido, para convertirse en un campo de batalla política con el mundo como fiel espectador, como si del culebrón holandés se tratara.