No es tan difícil ni tan raro lo que le ha pasado a esta mujer que cayó al agua mientras washapeaba, del verbo vivir en la realidad virtual más que en la propia realidad personal. Es una característica de nuestro tiempo que el progreso tecnológico invada la naturaleza humana y el pensamiento hasta el extremo de vivir conectados con el otro mediante el instrumento. Así es imposible ya que advirtamos el paso del prójimo cruzándonos en la calle desechando la oportunidad y posibilidad de un encuentro fructífero. La mirada directa, el lenguaje del cuerpo, la voz escuchada al fresco, son circunstancias que pueden llegar a enamorar a dos personas que se reconocen al instante como para jugársela al póker una relación de amor, o al menos de amistad, que no está mal.
La caída real al agua gracias a la marea alta no significó mayor desgracia pero es ejemplo de vivir sin lógica, absorbidos por la tecnología y las modas o costumbres de los tiempos actuales, pero no para escrutar los astros como le pasaba al primer sabio de Grecia cuando cayó al pozo por no fijarse en el terreno que pisaba mientras subía su vista al cielo, no, aquí basta el soniquete de aviso de alguien que te está diciendo que está en la cafetería tal o cual, mientras al tiempo te ve pasar a diez metros. Que no nos pase a nadie más sería lo deseable pero seguro que habrá muertos hasta en la circulación por contestar un mensaje cualquiera y a pesar de estar penado con una buena multa de tráfico.
En fin, que ojo al selfie, washap, mensaje electrónico, twiter, Facebook, instagram, etc, porque más vale estar entero que hecho pedazos por culpa de ellos.