¿Recuerdan el asesinato de María consuelo Martínez, la viuda de Jacinto Salas o un jefe de la CAM que estaba forrado con un holding de empresas que heredó la viuda e hijos? Pues va a ser que detrás de su asesinato han pillado ‘presuntamente’ al yerno, un tipo afable al decir de sus empleados, que se las gastaba con pistolas como buen aficionado al tiro al plato hasta cambiar un plato por la cabeza de la suegra. Así al menos sospechan las pesquisas de la policía tras encontrar dos casquillos de bala en el suelo junto al coche de la finada y del calibre 38 especial, una medida propia de revólveres, mientras que los proyectiles encontrados en su cuerpo eran puntas de nueve milímetros. La teoría apunta cierta compatibilidad efectuada de manera casera, o sea que el sospechoso debería tener conocimientos de cartuchos, vainas y otros menesteres propios del tirar balas.
De tiros se desprende el tiro de la investigación dirigida hacia una sola persona acostumbrada a recomponer balas, que no es otro que Miguel López, un yerno de la asesinada y detenido como principal sospechoso del crimen, dado que los especialistas de tiro al plato suelen fabricar su propia munición. Además Miguel López fue identificado como la última persona que vio a su suegra con vida. Las peleas por el dinero entre los hermanos y madre que apostó por el hijo cambiando la forma de reparto a partes iguales pudo ser el móvil del crimen, aunque la prueba de medición de pólvora realizada a Miguel horas después de que apareciera el cuerpo había dado negativo. ¿Tal vez los agentes se han confundido y el empresario es inocente, o Miguel disparó con guantes, o después de disparar se lavó y cambió de ropa? Ya veremos, pero, de momento, lo que vemos es que está detenido este tipo que de ser él, además de yerno y empresario es un buen asesino, porque ni ruido ni nada en las cámaras, todo bien pensado y calibrado como la propia munición utilizada.
La verdad que resulta muy sospechoso el detenido porque además el lugar del crimen, un lavadero de coches del concesionario que dirigía el yerno y que María Consuelo Martínez difícilmente pisaba pero que casualmente ese día había acudido a la cita fijada por el propio y presunto asesino. Una de película si no fuera porque el drama y la tragedia afecta a la realidad de unas vidas que quedarán rotas para y por siempre al restañar las entrañas de una familia.