Francisco Castro Veloso es el nuevo de GAlaxia, director general, sustituto de Víctor Freixanes, que tal día como hoy, 22 de enero de 2017, ha dicho con cierta altanería (mira lo que digo) a José Miguel Giráldez, el periodista del Correo Gallego que lo entrevistó: “Mira que vou dicir: non quero subvencións. Só pido aos políticos que cumpran co seu deber”. Adivinen cual es el deber al que se refiere Francisco; pues ese, “un deber da Administración é apoiar, tamén económicamente, a cultura galega, as empresas culturais, os proxectos da cultura. NOn estamos a pedir nada. Pagamos impostos. Parte de eses impostos teñen que ser para bibliotecas, para os grupos de teatro, para os artistas plásticos, para as editoriais. Pidolles que cumpran co seu. E que traballen en clave de país, que entendan que hay que pelexar para que este país non desapareza. Todo iso lles esixo”. ¡Hostia, como me ha quedado el cuerpo!; por un lado se jacta y presume de no querer subvenciones y por otra exige que la administración apoye económicamente a las editoriales, como Galaxia, porque pagan impuestos; como si los demás no los pagaran. Pero no se le ocurre decir, o exigir, por ejemplo, y mucho más coherentemente con la frase chulesca que se destaca en la entrevista ‘Mira que frase voy dicir:…” que bajen esos impuestos culturales que igualan a todos por el mismo rasero y no por el rasero de los putos despachos que unos pisan mejor que otros. Pues buenos estamos con los nuevos responsables culturales si nacen con estas contradicciones bestiales.
Y de contradicción a contradicción y tiro porque me toca. Yo no sé si tus ojos, o mejor los míos será lo último que vean, o mejor dicho lean, pues no hay columna del amigo J. Noguerol que no me sorprenda. Como la de hoy. ¿Por qué? Pues porque a veces no casan ciertas leyendas con la realidad de unos hechos posteriores que parece las contradicen. Sospecho que realidad e imaginación sea un estilo literario en el periodismo columnista que deja a los lectores en cierta nebulosa de saber diferenciar una de otra. Por ejemplo, una relación tan íntima que deja deslizar por las islas de juventud con Isabel San Sebastián contrasta con la venida de ésta a elcercano hace casi una década y el ourensano que no asoma sus narices ni para un saludo mínimo, ya no digo para la cena; o, la del poeta maldito que un año antes de morir y con ocasión de su venida a elcercano no pudo reprimir una exclamación fuerte y no muy positiva cuando se mentaba la relación que el periodista decía que mantenía con el évame de toda la vida. Habla Jaime, en el mismo artículo que estos dos ejemplos de incerteza, de los cafés de una época, progres, literarios, alternativos, de los que también nos escribe en alguna novela el amigo Manuel Janeiro, pero no le vimos el pelo en alguno actual que trata de lo mismo pero en esta época.