La verdad hoy es de mal gusto, dice Javier Pérez Andújar, y es que vivimos una época en que lo escrito ya no se espera que sea cierto sino que se escribe para mantener la coartada del poder. Los descreídos de la prensa, en general, y de lo que dicen, tratamos de mantener este mal gusto de decir lo que pensamos, a pesar de que nos cuesta el enfrentarnos al poder. Pero vayamos a la anécdota ‘verdadera’ del tema que me hace reflexionar. Ayer tuvo lugar un concierto en Ourense, dentro de lo que han venido en llamara el “Mid Season Festival” (puñetera manía de prescindir de nuestro rico idioma, cualquiera de los dos, por culpa del complejo ‘paleto’ que llevamos encima; perdón, que llevan encima algunos que organizan estos festivales) , con el que la Diputación provincial de Ourense pretende dinamizar y promover la vida social, la cultura y el entretenimiento entre vecinos y visitantes (no sé a qué visitantes se referirán pues a no ser los que vienen a pillar, o sea, los que vienen a trabajar, ya sean músicos o cualquier otro trabajador al que den cancha en esta actividad). Pues bien, el concierto era del grupo pop español ‘La Unión’ en el Pazo de los Deportes de Ourense. Como quiera que este servidor está casado con una fan de este grupo acerqué a las nueve de la noche a la fan pero como no veíamos casi coches en la explanada un ‘por si acaso’ me hizo aparcar y entrar para echar un vistazo, no fuera a ser que estuviéramos confundidos en algo y dejar allí sin coche a Paloma era el mejor plan. Así que entró Paloma con su entrada y yo, que no la tenía, hice uso de mi carnet de prensa del Colegio de Xornalistas de Galicia. En la entrada, al mostrar mi carnet a los dos vigilantes de seguridad, que hacían las veces de porteros, me pararon porque no tenía credencial,. ¡pero si el carnet es precisamente para acreditar mi labor profesional!; nada, a pedirla en taquilla, así que allí me fui a pedir la misma; me dijeron que no estaba en la lista, ¿pero qué lista? contesté yo; sí la lista que hacen desde la Diputación de todos aquellos que pasan por su ventanilla. Pues no, pero yo soy periodista con un carnet profesional que dice en su reverso: ‘El CPXG acredita que el titular de este carné está facultado para el ejercicio de la profesión de periodista y recuerda a las autoridades la obligación de facilitarle el desarrollo de su labor profesional’. A regañadientes me dan la invitación, que no acreditación, y vuelvo a entrar con los mismos porteros, también vigilantes de seguridad, y paso dentro. ¿Yo me pregunto por qué hay que acreditarse si no hay problemas de espacio? Es la mentalidad orweliana de que todo pase por el control de esa casa para que nadie se mueva del alcance del poder. Había gente y unos amigos por lo que yo me moví y en cinco minutos me fui, pero fíjense por cuánto estoy trabajando en una pequeña crónica dominical que no pensaba, pero el periodista es así, en lo laboral está siempre dispuesto a contar la verdad. ¿Dije verdad? En mi caso, tan cierto como que estos conciertos no deben ser objetivos de un organismo como la Diputación Provincial. Pero algo esconde la iniciativa, que habría que investigar, porque que esté un periódico detrás, una empresa privada de organización de eventos (La10ªPlanta) donde para el capítulo de financiación y subvenciones cuenta con un técnico del Ayuntamiento de Ribadavia de dónde ¡oh!
es el ex asesor cultural de la Diputación, mosquea un rato largo. Yo me alegro por mi querida esposa y otros amigos que disfrutaron con el grupo pero algo no me casa con tan poca gente en el Pazo ¿Alguien nos podrá contar cuánto costó a Ourense, a la Diputación Provincial, este concierto? A saber. Y a decir la verdad, aunque sea de mal gusto.