Aún el viernes, en elcercano, recibimos la visita de Juan el misionero ourensano en Etiopía desde hace más de 40 años. Le pregunté si alguna vez se había arrepentido de la decisión tomada siendo un joven de 20 años, alguna crisis de fe, dudas al menos de haber escogido lo mejor para su vida, y me contestó contundentemente que no, que no cambiaría su elección nunca. Y se iba el mismo viernes de vuelta al país africano más famoso de hambruna. Subiré la foto de este religioso mañana mismo.
Y en esas estamos cuando leo la noticia de la monja española Isabel Sola Matas que fue asesinada este viernes en Puerto Príncipe por desconocidos que le dispararon mientras conducía su vehículo por una calle de la capital de Haití, según reportaron medios de prensa locales.
La misionera, de 51 años y natural de Barcelona, vivía desde hace varios años en el país caribeño, donde estaba dedicada a trabajar con personas pobres.
Sola Matas recibió al menos dos disparos y una fuente de la Policía dijo a la radio haitiana que en un primer momento presumen que el móvil del crimen fue el robo, ya que los atacantes se llevaron el bolso y otras pertenencias de la víctima.
Las informaciones radiales aseguran que la monja era muy activa entre los sectores más humildes de Puerto Príncipe, con quienes prácticamente convivía a diario, sobre todo después del terremoto que devastó la capital y otras zonas de Haití en enero de 2010.
Realmente acojona pensar que un bolso y poco más puedan valer para algunos tanto como la propia vida humana, pero es así y así seguirá siendo por mor del imposible progreso de los buenos sentimientos. Una puta pena.