Pues hela ahí, la entrada de mi café a vista de animal. Se puede apreciar, no obstante la bajura de miras, la madera en el suelo, las butacas de diseño Diéguez&Freixedo, una obra de arte en el escaparate y la limpieza, que resulta casi obsesión, para agradar a los clientes; pues bien, este natural aprecio por cierto gusto a ‘limpio’ se ve atacado por el animal que conduce al perro que nos deja su meada en medio y medio de susodicha entrada. Se puede apreciar como hacen de la piedra el minguitorio particular del perro que su animal dueño pasea como si la calle fuese suya, suya únicamente. O sea que tenemos un problema, de simple educación cívica. Si algún día la autoridad del ruido abre sus orejeras también a la vista puede que admire el problema y trate de sancionar al que la hace, bien conque el dueño lama el suelo hasta no dejar rastro del pis de su perro, bien que nos pague la limpieza.
- Sección: Noticias, Varios
- Publicado el 22 agosto 2016
- Por Moncho
La entrada de mi café
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