Los seguidores de la serie pudieron ver estas últimas semanas como se desataba la polémica. La productora ABC Studios había anunciado que, si Castle renovaba por una novena temporada, ya no contaría con los servicios de Stana Katic, la protagonista. ¿El motivo oficial? Ajustes presupuestarios. ¿El extra-oficial? Ella y Nathan Fillion, el carismático Richard Castle, no se soportaban en la vida real y los productores habían tomado partido de una vez por todas.
Lo peor del asunto, sin embargo, es que finalmente el canal estadounidense prefirió no seguir adelante con la serie. Nunca sabremos si cancelaron Castle porque no era viable emitir una serie con audiencias cada vez menores en Estados Unidos (otra cosa es que rentabilizaran el producto en el mercado internacional) o si se asustaron ante un público furibundo que prometía un boicot. Pero la cuestión es que, cuando ayer pudimos ver el final de la serie en abierto, el resultado no podía ser el mismo.
Los guionistas ya habían avisado con anterioridad que tenían dos finales rodados por si las moscas, dependiendo de si renovaban o no. Los espectadores debimos ver las dos versiones en Cuatro, una después de la otra. Caleb les pilló desprevenidos en el apartamento de Castle, demostrando ser Loksat, y les dejó en el suelo desangrándose tras dispararles. Si finalmente los productores hubieran querido seguir adelante sin Stana Katic, podían retomar la trama en su funeral.