No se puede interpretar de otra forma el menosprecio a la única fórmula que podría esclarecer las propuestas políticas que se dan en una elecciones políticas. Lo demás es todo publicidad y propaganda que cuánto más medios tenga más posibilidades de ganar, así como las posibilidades mayores en una lotería de acuerdo con las papeletas que uno cuenta.
Por cierto, esto del selfie ya se ha convertido en una epidemia difícil de combatir a lo que parece pues los presidentes de gobierno se prestan a ello con una magnanimidad que asusta.
El jefe de campaña del PP, Jorge Moragas, llamó la noche de este jueves a su homólogo del PSOE para empezar a negociar una posición conjunta sobre los debates electorales, una de las grandes claves de la inminente campaña del 26-J. El PP quiere para Mariano Rajoy los mínimos debates posibles, no asegura siquiera el clásico cara a cara con el líder de la oposición, y apuesta de entrada solo por un combate a cuatro. El PSOE solo irá esta vez a los debates a los que acuda Rajoy.
La campaña del 26-J, que oficialmente no arranca hasta el 10 de junio y que está en realidad disparada, será más decisiva que nunca para movilizar a los abstencionistas y votantes desencantados. Fue lo que pasó en las pasadas elecciones, cuando un 36% de los votantes decidió su voto en los últimos días antes de ir a las urnas. Ahora la presión se vuelca sobre el candidato del principal partido, Mariano Rajoy, reacio a ese tipo de intervenciones.
En sus últimas declaraciones, Rajoy ya ha anticipado que no le apetecen los debates, que no le resultan cómodos y que suponen un gran esfuerzo. En charlas más informales argumenta además que le parecen parte del espectáculo de la nueva política de fotos y postureo. Los hace forzado.