En una ciudad como la mía, Ourense – antes Orense-, los prejuicios forman parte de sus calles y avenidas. Es normal y corriente crecer con la adjetivación del apellido como si fuera una capa de piel, no importa que no te conozcan siquiera, si el nombre conocido sabe a miel o hiel te endulzan la vida o la tratan de vilipendiar a la primera ocasión que alguna gentuza tuviera. Bueno, el caso es que en tiempos ya pasados vivía un hombre en Ourense, médico para más señas, que sufría por parte de algunos mamelucos una mala fama de facha que nunca correspondió a su forma de entender la vida, por ser precisamente persona amiga del necesitado por encima del poderoso, aunque también. No distinguía a las personas por su poder adquisitivo, y el decente o indecente vive en un campo u otro de la fortuna, pero esto tan elemental a muchos no les cabe en su cabeza pues está llena de prejuicios y complejos que la ocupan sobremanera.
Hoy, después de pasados nada menos que casi cuarenta años llega a mis manos una carta de Alfonso Sobrado Palomares dirigida a Indalecio Vidal que entre otras cuestiones escribe: ‘El tema es el de la ampliación de capital de ‘Posible’. No le hablé a Manolo Conde Corbal de ello, lo único que pensé relacionado con Manolo y el periodismo fue el poder meter a su hijo el año que viene aquí conmigo y a mi lado, porque de lo contrarioi, encontrar hoy un puesto en periodismo a nivel nacional es sumamente difícil, creo que no hay en todo Europa puestos suficientes para los siete mil que en España estudian esa carrera. En la cena que tuvimos en su casa estuvieron sumamente amables, además tienen una cualidad y calidad, no te sientes invitado sino que te mezclan con naturalidad entre ellos’. Desde luego a mi me gustaría que Manolo invirtiera en Posible…., lo que contribuiría a mantener una revista totalmente independiente sin entreguismos a ninguna confesión política determinada’.
El periodista al que se refería Alfonso Palomares era yo mismo, quien ahora escribe y que lo visitó efectivamente en redacción al año siguiente pero que salió de la misma sin puesto pero con consejo para ser periodista, que leyera mucho. En fin, la carta sigue, y es curiosa e histórica la nota al final de la misma que dice: ‘Yo llegaré el día cinco de septiembre por la noche a Orense (está fechada el 17 de agosto). Me acompañará Felipe González. ¿Podíamos cenar juntos la noche de llegada con algunos amigos que fueran de confianza, si es posible los de más tendencia socialista o socialdemócrata, aunque con excepciones como podrías ser tú y Manolo’.
Qué curioso resulta hoy leer documentos donde la personalidad de un hombre que en su tiempo fue tachado, insisto mucho en ‘por gilipollas’, de una cosa quede desmontada por la verdad de los hechos y consideración que le tenían otras personas con responsabilidad política comprometida en distinta ideología. Por supuesto, la naturaleza humana sigue siendo la misma y hoy también hay demasiada gente que apostilla de facha o rojo o fascista a otro sin conocerlo siquiera, simplemente por padecer de naturaleza además de humana ‘gilipollas’.