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1 comentario en “Nos toman por imbéciles”
La Central de Inteligencia
Bueno, realmente no se trata de ninguna inteligencia sino más bien de esa otra especie de categoría de la mente, que se engloba dentro de lo ‘listilla’, o los listillos que siempre asaltan la inteligencia sin tenerla. Son matices de la misma cosa, o ánodo y cátodo de la misma pila que nos regula socialmente, muy distintas desde luego. Ni de CIA, Interpol, o servicios de inteligencia del pequeño Nicolás va la cosa, aunque sí puede haber algún parecido con este pequeño en los megalómanos de la fiesta, que convierten esta en vida. La cosa va de una Central que se cree inteligente por hacer buen negocio a la vista de todos los miopes del pueblo. La Central resulta una cuestión social que está pasando por las tres etapas que ya decía Artur Schopenhauer que pasaba cualquier cuestión camino de su reconocimiento: primero, se ridiculiza, luego se impugna y al final se convierte en obvia. De tan obvia en que se está convirtiendo da buena muestra la noticia que publicitan en el periódico: ‘ceden un euro por cada café que se toman sus clientes el primer lunes del mes para donar a una ONG’.
Sin duda estos comerciantes de la Central no saben lo que significa no sobrepasar los límites de la honradez. La obviedad de su aprovechamiento rayano con presunta prevaricación de la autoridad competente (no olvidemos que se extravió el expediente base de este negocio) les impide ver el bosque de su aprovechamiento indecoroso, pues a todas las dudas inherentes de esta explotación se suma la más dura de ellas, que una de los socios es mujer-esposa-compañero-madre de dos hijos del jefe máximo del partido popular y prepotente (perdón, decía preponderante) de la provincia ourensana y que funciona como un ejército que sigue consigna para salvar su vida. Ya sabemos que hoy se lee poco, sobre todo alguno no lee nada, aunque en este caso concreto debiera leerse lo que el comerciante de novela Johann Buddenbrook dijo a su hijo: ‘Ocúpate voluntariosamente de los negocios durante el día pero haz solo aquellos que nos permitan dormir tranquilos por la noche’. No se refería el consejo a que se pusieran copas por la noche que pudieran alterar horarios para dormir, sino más bien a que la ganancia marrullera y rápida no merece la pena, pues la base del negocio es la confianza. Sí, ya sabemos que Thomas Mann está muerto, como Luca Pacioli, el inventor de la doble contabilidad, que sabía ya en el Renacimiento que, junto a que no había nada que valiese más que la palabra del buen comerciante, es mucho más difícil formar un comerciante honrado que un jurista astuto.
Pues bien, todo esto viene a propósito de la campaña de marketing conque nos salen ahora estos adalides de la solidaridad, que no pagan al resto de sus conciudadanos lo que deben (echo la cuenta y de momento, a un alquiler de 5000€/mes dada las características y ubicación de la cafetería, teniendo en cuenta 18 meses desde su inauguración, sale una deuda con Ourense de 90.000€), pero tienen las narices de congregar a la prensa para que alabemos toda la ciudadanía su gesto de donar a instituciones benéficas 1 euro por cada café que recauden el primer lunes de mes. Click, click, click para el periódico de Galicia, Vigo u Ourense, con los felices beneficiarios porque les donan unos euros y salen también en la foto. Resulta una vergüenza, que no pone rojo a nadie porque cuenta con los polvos de una complicidad social de una ciudadanía acrítica, indolente, pasota, insolidaria, acomplejada y que busca obtener el mismo beneficio por su cara.