Tras los mortales y salvajes atentados llevados a cabo el pasado 7 de enero en París por elementos terroristas contra el periódico “Charlie Hebdo” y de las manifestaciones que, en consecuencia, se están sucediendo hoy mismo en diferentes ciudades de nuestro Continente Europeo, el mundo entero está perplejo, desconsoladamente asombrado y no se encuentran palabras para definir esos infames y desproporcionados actos violentos… por eso, algo tenemos que seguir diciendo sobre el sentido del humor, sobre todo cuando este se pierde.
El HUMOR es una capacidad extraordinaria del Ser Humano muy bien valorada por la inmensa mayoría de las Culturas que pueblan el Planeta y es el fruto de un elevado nivel de sabiduría y de madurez emocional alcanzado por las personas que saben utilizarlo adecuadamente, así como de las que son capaces de captarlo e interpretarlo con placer. ROD MARTÍN lo define como “un fenómeno cognitivo-social-afectivo” que entraña una emoción positiva a la que llama regocijo o calidad de diversión… El humor universal es un capital humano secular que, tras los estudios de POLIMENI y REIS, puede fecharse desde hace unos 35.000 años. Históricamente ya se tienen datos fehacientes del Arte Humorístico desde la Antigua Grecia donde PLATÓN y ARISTÓTELES desarrollaron las primeras teorías sobre la “Comedia” y el “Ridículo”… y desde entonces, el HUMOR es bien considerado por intelectuales, filósofos y pensadores tales como KANT, SCHOPENHAUER, SPENCER, HOBBES y KOESLER situando su base esencial en la incongruencia, en la ilógica y en lo absurdo para que, al fin, se desencadene la risa con satisfacción. FREUD afirmaba que la risa y el humor son fenómenos saludables porque sirven para liberar la tensión psíquica provocada por la represión de impulsos inconscientes agresivo-sexuales… Actualmente, a partir de las tres últimas décadas del pasado siglo se vienen desarrollando investigaciones sobre el HUMOR en distintos campos: Psicología, Sociología, Antropología, Biología, Fisiología, Enfermería, Medicina, y Ciencias de la Educación y se ha descubierto que el efecto beneficioso del placer humorístico se debe a la liberación de Endorfinas al mismo tiempo que se eleva la función inmunitaria dentro de nuestro organismo con incremento de las concentraciones de Inmunoglobulinas (IgA).
En esta misma línea, Eduardo JAÚREGUI de la Universidad de San Louis (Missouri) junto con Begoña CARBELO de la Universidad de Alcalá señalan que los beneficios que puede aportar el HUMOR positivo o constructivo son varios en diferentes campos de investigación:
– En el psicológico porque promueve el buen estado de ánimo, previene la depresión y reduce el stress.
– En el físico-orgánico porque mejora la tolerancia al dolor, activa el sistema autoinmune y se obtienen mejorías en la dinámica cardiovascular, entre otros aspectos.
– y, a nivel Social se incrementan las ganancias porque con buen HUMOR se mejoran las comunicaciones e interrelaciones humanas.
Frente a esto, los autores manifiestan que también es obligado hablar de otro tipo de humor de peor estampa… del HUMOR negativo; ese que busca el menoscabo y la difamación; ese que es destructivo, agresivo y ofensivo… Hay bromas que no tienen gracia y que, sobredimensionadas o personalizadas pueden servir de mofa y poner en ridículo al grupo contrario o “exógeno”, potenciando la rivalidad subyacente, creando tensiones… y provocando el enfrentamiento. He aquí donde juega un papel importante la habilidad, la sutileza y la inteligencia del humorista que debe saber cómo, donde y cuando puede expresar su difícil Arte, sin que nadie se dé por ofendido.
A mí, personalmente, también me gusta el HUMOR y, cuando puedo, incluso intento practicarlo. Me gusta en sus múltiples facetas: verbal, escrito, teatral, circense, cinematográfico… la mímica, la caricatura. Sí, me gusta todo tipo de HUMOR bien atinado y oportuno… ese hábil humor que saben transmitir ciertas personas capacitadas con cerebros bien dotados. Siempre he defendido y aplaudido al Humorista frente al sujeto soso, circunspecto, lejano y huidizo en el trato; esos que generalmente sustituyen la palabra en público por unos simples “carraspeos” con aire engreído porque, o son muy tímidos o porque no tienen nada que decir…
Cuando transmito una “historia jocosa”, sí me lo solicitan y “viene a cuento”, procuro seguir el aforismo Hipocrático (válido en cualquier ambiente) que dice “primum non nocere” (“primero no molestar”)… y si a pesar de todo molesto por no medir adecuadamente mis palabras o mis actos, me queda una ingrata sensación de pesadumbre y caigo en un estado de ánimo “neutro” (parao, que diría un andaluz). Por eso es necesario pensar primero lo que se va a decir y después exponerlo con prudencia… Así quedaremos siempre bien sin generar rechazos ni enemistades.
¡Claro que hay sectas y personajes que de humor no entienden nada de nada! Por esto, basándome en lo que dice LAWRENCE KUBIE en su artículo titulado “El potencial destructivo del Humor en psicoterapia”, digo que una inocente acción humorística puede que algunos la interpreten como un sarcasmo y falta de respeto hacia ellos (los del grupo exógeno), o hacia su familia, o hacia su clan, respondiendo con violencia… frente a estos casos de elementos intolerantes y agresivos el mejor consejo que puedo darles es evitar su proximidad e ignorarlos, sin entrar en provocaciones y sin descuidar, al mismo tiempo, nuestra hermética defensa frente a cualquier tipo de agresión. Una vez más es útil la frase que dice Si vis pacem, para bellum (Si queremos paz preparémonos para la guerra) atribuida al emperador Julio César… Pero ante todo, no fomentemos las hostilidades.