Estimado Moncho:
Mal anda el asunto de la lengua nacional cuando para leer un texto en castellano hay que tener un diccionario de inglés a mano cercana porque sino se te escapa la mitad del contenido. Generalmente tampoco es que eso tenga mucha importancia porque cada vez con más frecuencia dejo los artículos a medias, por aburrimiento. De los editoriales de jornal ya no le quiero contar, solo veo plumeros… Predicamos con el ejemplar Instituto Cervantes, que anda a preocupaciones fijas como otros a piñón fijo, pero cualquier muchacho, que no se aclara con sus ideas ni en el váter, nos endilga un profundo discurso en el que de cuatro frases dos contienen latiguillos sadomasos en lengua inglesa. Yo soy un vejestorio radical conservador anarcoide así que cuando veo esas muestras de ecumenismo lingüístico cultureta cruzo la calle y me largo con viento fresco. El idioma es un ser vivo que se va zampando muchas cosas que se le ponen a diente pero de ahí a que todos seamos anglocharlantes va un abismo. Ya no entiendo ni la publicidad de los escaparates de las tiendas. Me entra miedo comprando unos pantalones. El papanatas soy yo. Ando buscando palabras en italiano vernáculo en las poesías de Garcilaso, en busca de precedentes judiciales, pero aun no encuentro ninguna. Como las citas latinas de Montaigne, por mi escasa preparación, me las tengo que saltar a base de notas, de momento me reprimo y me niego a preguntarle a esa profesora de inglés tan guapa, qué es lo que quiere decir aquí y allí el escribidor cuando me larga unas andanadas de coloquial dialecto bostoniano, tan suave en su manera de colocar el meñique para coger la taza de té. ¿Que habré querido decir, que no puedo vivir en mi desasosiego?.
Menos mal que esas buenas gentes de ojos rasgados, de allende los puntos cardinales, Hijos de Confucio, escriben de abajo a arriba, con unos retorcidos signos que son dibujos preciosos de pensamientos maotistas, porque sino a estas alturas los memos ya estarían incluyendo retahíla sabia de idioma chino en sus sermones. Habrá que aguantar estoicamente sin hacerme pis que el Libro de Estilo de un periódico como el País diga que se puede decir soldada, caba y sargenta pero no generala, allá cada quién; y habrá que aguantar, sosteniendo la cabeza a punto de estallar de vergüenza, que se diga todos, todas y todes, niños, niñas y niñes, qué le vamos a hacer, pero de eso a leer a los que escriben en idioma castellano, que no español, utilizando como sofrito el idioma inglés, que sí inglés, es algo que no me da la gana. Lo qué me estaré perdiendo por culpa de mi intransigencia numantina suicida. Yankees go home!
Que usted lo pase bien,
Lázaro Isadán